La vida consagrada pone su debilidad al servicio de los débiles - Alfa y Omega

La vida consagrada pone su debilidad al servicio de los débiles

La casa de las Misioneras de los Sagrados Corazones en Pollença se va vaciando de monjas, pero se ha llenado de mujeres vulnerables. El gesto encarna la llamada de la CEE a peregrinar «con los indefensos»

José Calderero de Aldecoa
La empresa de inserción Alavar, regentada por las Siervas de San José, pasó de un local de 100 m2 a otro de 1.000 m2
La empresa de inserción Alavar, regentada por las Siervas de San José, pasó de un local de 100 m2 a otro de 1.000 m2. Foto: Alavar.

El próximo día 2 de febrero la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada con el lema Peregrinos y sembradores de esperanza. La comunidad de Hermanas Misioneras de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Pollença (Mallorca), sin embargo, va a anticipar la celebración al día 1 porque «algunas hermanas tienen un acto litúrgico con los ancianos del grupo de Vida Ascendente a los que atienden y no pueden dejar de acudir», explica a este semanario la superiora de la comunidad, que responde al nombre de Claudine Uwanyirigira. El detalle, aunque se trata de un pequeño gesto, revela hasta qué punto las religiosas ponen por delante las necesidades y celebraciones de un colectivo vulnerable, como es el de los mayores, antes que las suyas propias.

La paradoja es que ellas mismas también son mayores. De hecho, la edad y la falta de vocaciones han ido reduciendo la comunidad, que llegó a tener solo cuatro religiosas —todas por encima de los 80 años—. Posteriormente se les sumaron dos hermanas procedentes de Ruanda. Pero lejos de replegarse sobre ellas mismas, «o dejarse amedrentar por las debilidades», como indica la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la CEE en su mensaje para la jornada homónima, las religiosas decidieron dar la vuelta a la situación y convertir su escasez de hermanas en una oportunidad para seguir encarnando el Evangelio: a medida que se iban vaciando las habitaciones del convento, las llenaban de mujeres en riesgo de exclusión social, que han sufrido maltrato o con cualquier otro tipo de dificultad. «Se trata de imitar mejor a nuestra fundadora, sor María Rafaela, que tuvo una especial atención por la situación de las mujeres», aclara Uwanyirigira. Se trata también de un ejemplo concreto del llamamiento de los obispos a «seguir peregrinando con los débiles, los indefensos, las víctimas, como Dios camina con ellos».

En este caso, las beneficiarias llegan de forma habitual a través del Ayuntamiento de la localidad. «Ellos se encargan de seleccionar el perfil de las personas que más necesitan del alojamiento y se quedan aquí el tiempo que precisan para rehacer su vida», apunta la superiora. Sin embargo, hay veces que alguna persona se ha acercado de forma individual al no ver otra salida. Este es el caso de la mujer que se encuentra ahora compartiendo la vida con las misioneras. «Tenía una situación difícil. El matrimonio se separó y ella no tenía a dónde ir. Se acercó a nosotras y la acogimos».

Las misioneras de Pollença recibieron una donación de los jóvenes del pueblo para su labor social con las mujeres
Las misioneras de Pollença recibieron una donación de los jóvenes del pueblo para su labor social con las mujeres. Foto cedida por Claudine Uwanyirigira.

Su estancia, como en los casos anteriores, es gratuita. Ahora mismo está ella sola. «Tenemos otra habitación libre» y «queremos habilitar otras tres estancias más». En total, cinco. Todas ellas equipadas para poder llevar una vida autónoma y en condiciones de seguridad.

Las Siervas de San José son otra congregación cuya especial consagración ha llevado a las religiosas a compartir desempeño profesional con los más desfavorecidos, en este caso en Madrid. Allí pusieron hace 27 años una pequeña empresa de lavandería y tintorería —Alavar—, dedicada a la formación e inclusión en el mercado laboral de personas en riesgo de exclusión. Durante todo este tiempo, por la entidad han pasado cerca de 140 personas con una mayor o menor vulnerabilidad. «En la actualidad, formamos parte de la empresa 30 personas y 17 de ellas están en puestos de inserción», detalla Susana de Andrés, religiosa y gerente de la lavandería.

Otro de los signos de identidad de Alavar es la pluralidad de nacionalidades. En el último recuento que hicieron salieron 17 lugares de procedencia distintos. De Andrés reconoce que ha sido «un reto difícil», pero «también de una riqueza preciosa para la convivencia». Y añade: «Te abres a otras formas de pensar, a otras religiones, a otras culturas, no te sientes el ombligo del mundo. Además, escuchar sus historias te ayuda a no victimizar tu propia situación». La experiencia son lo que los obispos llaman, en su mensaje, «buenas semillas de esperanza, que tratan de alumbrar un nuevo mundo relacional en el que cada encuentro humano se vive como una celebración gozosa».

Aquí puede descargar el mensaje de los obispos para la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que invita a levantar «nuestra esperanza» a pesar de «los aprietos».