La universidad de los excluidos - Alfa y Omega

La universidad de los excluidos

Los curas villeros de Buenos Aires y los movimientos populares de Latinoamérica lanzan la Universidad Latinoamericana de las Periferias (ULPE), en diálogo con empresarios, funcionarios de Estado y dirigentes sindicales

Lucas Schaerer
El Papa Francisco y el cardenal Turkson, durante el tercer encuentro de Movimientos Populares, en 2016
El Papa Francisco y el cardenal Turkson, durante el tercer encuentro de Movimientos Populares, en 2016. Foto: AFP / Osservartore Romano.

Académica, latinoamericana y periférica. Estos son los tres conceptos que los movimientos populares, en alianza con la Iglesia católica –con un primer impulso en Argentina– buscan sistematizar en la llamada Universidad Latinoamericana de las Periferias (ULPE). El cardenal Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, tuvo una mención especial al proyecto durante la clausura del cuarto encuentro con representantes de los movimientos populares, que tuvo lugar el día 20 de octubre por videoconferencia. La ULPE, dijo el cardenal, es un espacio educativo integral nacido «para motivar a las personas a buscar el cambio desde la educación». En este sentido, Fratelli tutti es «la piedra fundacional para construir esta educación».

La idea nació de un dirigente social, Juan Grabois, que en 2001 se hermanó con los descartados de Buenos Aires, los cartoneros —llamados así por ser recolectores de cartón, papel, vidrio y todo aquello que se pudiera reciclar para vender y sobrevivir—. Grabois, abogado penalista y profesor universitario, constituyó entonces el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Para ello, fue fundamental su vínculo con el entonces cardenal y arzobispo de la ciudad, Jorge Mario Bergoglio. Con el paso de los años, los movimientos sociales se unieron en un solo e innovador sindicato: la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Estos dirigentes sociales, en su mayoría creyentes, comparten batalla con los sacerdotes de las villas miseria de Buenos Aires, que hace años construyeron los Hogares de Cristo, un medio para sanar a los adictos, a los presos, a las prostitutas transexuales o a las madres solteras por violencia de género o por negarse a abortar.

Esta unión de los dirigentes sociales con las comunidades eclesiales de los Hogares de Cristo inicia la ULPE. El sacerdote Carlos Olivero, Charly, es el responsable de la universidad, que ya se encuentra en diálogo con la otra gran red del conocimiento de la periferia en Sudamérica, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM). «La universidad empieza con los saberes de las periferias», afirma. El objetivo es «no disolver las identidades de nuestros pueblos y, a la vez, globalizar el saber hacer y la acción de las periferias», expresó Olivero en un encuentro virtual de la ULPE, donde añadió que existe «un desencuentro muy profundo entre la academia y el saber popular. Hay un escaso reconocimiento del saber popular, que determina su exclusión del sistema global del conocimiento». Según su experiencia, «la investigación sin vínculo con el territorio termina en un diálogo entre autores que no resuelven los puntos concretos de la vida real». De allí que la ULPE ofrezca posgrados a graduados de otras universidades como modo concreto de tender puentes.

Al habla con Evo Morales

La pandemia de la COVID-19 ha provocado que todas las cátedras de la ULPE –una al mes desde julio–, sean virtuales. Gracias a este formato, el diálogo ha fluido públicamente a través de las redes y del canal de YouTube. Así, se ha podido escuchar desde funcionarios del Estado, procedentes de partidos diversos, hasta a un expresidente como Evo Morales, pasando por empresarios de la alimentación como Gustavo Grobocopatel, cabeza de uno de los principales grupos económicos de Argentina. La ULPA ha entrado en diálogo también con dirigentes del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, la Federación de los Pobres Urbanos de Sudáfrica, economistas de Haití, caciques indígenas, educadores populares, dirigentes sindicales y hasta el primer obispo de las periferias de Buenos Aires, Gustavo Óscar Carrara.