La UE condena «firmemente» el asesinato del padre Marcelo Pérez

La delegación de la Unión Europea (UE) en México condenó «firmemente» el pasado martes el asesinato del sacerdote y defensor de pueblos indígenas Marcelo Pérez, que fue acribillado a balazos el 20 de octubre al terminar de celebrar la Eucaristía. En una declaración conjunta con las embajadas de Noruega y Suiza, la delegación de la UE insta a «todas las autoridades competentes a generar entornos favorables y protección para que las personas defensoras [de los derechos humanos] en México puedan ejercer sus actividades libremente, sin poner en riesgo sus vidas y sin amenazas».

Asimismo, la nota pide «evitar que haya «zonas de silencio» donde ninguna persona», ya sea activista o periodista, «se atreva a trabajar». En este sentido, la UE valora en la declaración que la Fiscalía General del Estado de Chiapas «haya abierto un investigación sobre los hechos» ocurridos e insta a «que se identifiquen y juzguen a los responsables tanto materiales como intelectuales».

La muerte del padre Marcelo Pérez, concluye la nota recogida por la Agencia EFE, «muestra el grado de violencia e intimidación que enfrentan muchos defensores de los derechos humanos en México y que constituye una amenaza contra ellos».

«Detenido el autor material»

Al parecer, las pesquisas iniciadas por la Fiscalía General ya han dado resultado. Según informó también el pasado martes el gobernador de Chiapas, el asesino del sacerdote ha sido detenido. Así lo anuncio Rutilio Escandón en sus redes sociales: «Mi reconocimiento a las autoridades de justicia quien me han informado que ha sido detenido el autor material de la muerte del padre Marcelo».

El padre Marcelo fue atacado cuando estaba en su vehículo en el barrio de Cuxtitali, en el este de la ciudad turística de San Cristóbal de las Casas. Según un video que circula en redes, el crimen ocurrió a las 8:05 hora local (14:05 GMT), cuando el religioso recibió varios disparos por parte de un sujeto que lo esperaba en una esquina. El homicidio fue perpetrado a la vista de una docena de transeúntes, a 100 metros de la iglesia donde momentos antes el religioso había celebrado una Misa.