«La sociedad del descarte abandona a los pobres a su suerte» - Alfa y Omega

«La sociedad del descarte abandona a los pobres a su suerte»

El Papa recuerda que «Cristo está presente» en los más desfavorecidos del mundo, cuya Jornada Mundial se celebra este domingo

Yago González
El Papa Francisco bendice a una mujer, durante la eucaristía celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano, en la Jornada Mundial de los Pobres, el 14 de noviembre. Foto: Efe / EPA / Riccardo Antimiani.

El Papa Francisco ha recordado este domingo, tras el rezo del ángelus, que «aunque la Humanidad se desarrolla, los pobres están siempre con nosotros, siempre hay pobres, y en ellos está presente Cristo». Las palabras se enmarcan en la celebración de la V Jornada Mundial de los Pobres, cuya Misa ha celebrado el Pontífice a primera hora de la mañana en la Basílica de San Pedro. En su homilía, Francisco ha señalado que los pobres son «los eslabones más frágiles de la cadena» formada por las tribulaciones e injusticias presentes a lo largo de la Historia. «Todo ello debido a la pobreza a la que a menudo se ven abocados, víctimas de la injusticia y la desigualdad de una sociedad del descarte, que corre velozmente sin verlos y los abandona sin escrúpulos a su suerte», ha denunciado el Papa.

Como remedio, Francisco ha llamado a los cristianos a cultivar la esperanza nacida del Evangelio, que a su juicio «no consiste en esperar pasivamente que las cosas mejoren mañana, sino en concretar hoy la promesa de salvación de Dios». El Pontífice ha señalado que «la esperanza cristiana no es, en efecto, el optimismo dichoso, o más bien el optimismo adolescente, de los que esperan que las cosas cambien y mientras tanto siguen haciendo su vida, sino que es construir cada día, con gestos concretos, el Reino de amor, de justicia y de fraternidad que inauguró Jesús». En este sentido, el Papa ha indicado que la esperanza no consiste en dar puntualmente limosna, sino que «la esperanza está organizada». «No das una moneda, no: organizas la esperanza. Esta es una dinámica que la Iglesia nos pide hoy», ha exhortado.

También ha animado a fomentar la compasión, porque «nunca podremos hacer el bien sin pasar por la compasión». «Es gracias a la ternura, a la compasión que lleva a la ternura, que puede brotar la esperanza y aliviarse el dolor de los pobres, superando las cerrazones, las rigideces interiores que hoy son la tentación de los restauracionistas que quieren una Iglesia toda ordenada, toda rígida: esto no es del Espíritu Santo», ha advertido.

Pensar en la eternidad

Precisamente el Evangelio del día, que el Papa ha comentado en el ángelus, trata sobre la esperanza cristiana, articulada en las palabras de Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». Francisco ha explicado que «es un mensaje para nosotros, para orientarnos en las cosas importantes de la vida. ¿En qué conviene invertir la vida, en algo transitorio o en las palabras del señor? Obviamente en éstas, pero no es fácil».

«Las cosas que nos dan satisfacción inmediata nos atraen, pero las palabras del Señor, aunque son hermosas, van más allá de lo inmediato y requieren paciencia. Estamos tentados a agarrarnos a lo que vemos y tocamos, pero es un engaño», ha advertido. «No edifiquemos la vida sobre la arena. Cuando se construye una casa, se excava en profundidad y se ponen cimientos sólidos. Solo un ignorante diría que eso es tirar el dinero por algo que no se ve. Para Jesús, el discípulo fiel es el que edifica su vida sobre la roca, sobre su Palabra», ha subrayado Francisco.

El Papa ha propuesto el siguiente examen de conciencia: «¿En qué estamos invirtiendo la vida? ¿En cosas como la apariencia, el dinero, el éxito, el bienestar físico? Estamos apegados a las cosas terrenas como si tuviéramos que vivir aquí para siempre. San Pablo dice que la caridad no pasará jamás. Quien hace el bien invierte en la eternidad. Quizá esa persona no tenga notoriedad, no haga carrera, no aparezca en los periódicos. SIn embargo, lo que hace no se perderá, porque el bien nunca se pierde, permanece para siempre».

Por este motivo, Francisco ha dado un consejo para los momentos de duda: «Cuando no sepamos qué hacer, cuanto tengamos que tomar una decisión, imaginémonos que estamos ante Jesús al final de la vida. Pensándonos allí, en su presencia, en el umbral de la eternidad, tomemos la decisión. No será la opción más fácil e inmediata, pero será la buena».