La Semana Santa devuelve a los peregrinos a Jerusalén - Alfa y Omega

La Semana Santa devuelve a los peregrinos a Jerusalén

10.000 visitantes de todo el mundo vivirán el Triduo en los santos lugares. Son niveles de 2014. Las comunidades locales se debaten entre el optimismo y el miedo a que la guerra y la crisis de precios retrasen la remontada

María Martínez López
Unas 5.000 personas participaron el Domingo de Ramos en la procesión en el monte de los Olivos. Foto: AFP / Menahem Kahana.

Pedro González, comisario de Tierra Santa en España, estaba eufórico el domingo. Con toda una vida en Tierra Santa guiando grupos de peregrinos a sus espaldas, y después de 25 meses sin poder viajar por la pandemia, volvió a pisar el monte de los Olivos para la procesión de las palmas. «Fue maravilloso, no esperaba a tanta gente: muchos cristianos de aquí, pero también cantidad de grupos de Bélgica, Eslovenia, México, Colombia, Polonia…». Horas después, recogió en Tel Aviv al grupo con el que está pasando esta Semana Santa. Una treintena de españoles, entre los que está Patricia. «Es muy ilusionante que este sea el primer viaje importante» después de dos años de restricciones, comparte con Alfa y Omega. Más aún si incluye la experiencia «incomparable de vivir la Semana Santa aquí, donde se produjo todo».

En Tierra Santa «se va viendo la luz al final del túnel», celebra el también franciscano Aquilino Castillo, guardián del convento de las Palmas, en Betfagé. Estos días, en los santuarios franciscanos «hay muchas Misas reservadas y estamos volviendo a la normalidad». La recuperación, con todo, no es total. Sobre todo en comparación con 2018, 2019 y los dos primeros meses de 2020, que batieron récords. Ahora, según los datos del Christian Information Centre franciscanos, los 10.000 peregrinos que hay estos días en Jerusalén suponen un volumen similar al de 2014. A las reticencias por el coronavirus se suman la inflación, la guerra en Ucrania, que genera «algo de miedo» y ha obligado a cancelar los vuelos baratos vía Kiev, y los últimos atentados en Israel, que en tres semanas han causado 13 muertos.

«La mayoría de negocios cristianos» del entorno del Santo Sepulcro «cierra por las tardes, y algunos no han abierto aún», describe Castillo. Micheline Bandak, trabajadora de la agencia palestina Laila Tours, explica que aún no han podido volver a contratar a ninguno de los siete empleados que despidieron en la pandemia. Frente a los 4.000 peregrinos con los que trabajaron en 2019, este año solo han recibido a un grupo y no tienen ninguna reserva para estas fechas. «El engranaje se mueve muy lentamente, apenas se está empezando a remontar». E «indudablemente» a los negocios palestinos les costará más que a los israelíes.

Pedro González con peregrinos y el equipo de ‘Pueblo de Dios’ (RTVE) cerca del monte Tabor. Foto: Antonio Montero.

Helados italianos de Belén

En este sentido, Castillo recuerda que al peregrinar con las comisarías franciscanas de Tierra Santa todo se organiza «para que la comunidad cristiana local pueda sustentarse a través de su trabajo». Por ejemplo, priorizando los hoteles de Belén en vez de los de Jerusalén, para compensar que «Israel ha podido pagar un ERTE a los trabajadores afectados por la pandemia» y Palestina no.

Además, durante la pandemia, la Custodia y las distintas iglesias han contratado a trabajadores locales para las reformas que han aprovechado para acometer en lugares como el Santo Sepulcro (donde se está restaurando el pavimento), la basílica del monte Tabor, el Campo de los Pastores o Dominus Flevit. Los franciscanos incluso han creado en Belén «una factoría de helados» en la que trabajan jóvenes cristianos «a los que se mandó a aprender a Italia». Surte a varias heladerías que han abierto al lado de sus alojamientos. También los pequeños negocios como Laila Tours se renuevan. Cuando vuelvan a recibir peregrinos, explica Bandak, les ofrecerán un programa que «incluye interactuar con la comunidad local».

A quienes quieran disfrutar de estas nuevas experiencias, Israel solo les pide la entrada con el Green Pass que acredita el estar vacunado frente al coronavirus o un certificado de haberlo pasado recientemente, además de una prueba PCR en el país de origen y otra (o análisis serológico para los recuperados) al aterrizar. «Es un buen momento para venir», asegura Castillo, «porque no hay masificación».

Restauración de Betania

La ayuda de la Iglesia universal a los cristianos de Tierra Santa, fundamental durante la pandemia, llega sobre todo a través de la colecta de cada Viernes Santo. El año pasado, la Congregación para las Iglesias Orientales recibió 5,5 millones de euros para el sostenimiento de la Iglesia desde Egipto hasta Turquía e Irán. Otros 10,3 millones se destinaron a la Custodia de Tierra Santa. Junto al apoyo a Siria y a los refugiados en el Líbano y Jordania, mantuvo su apuesta por la educación y la construcción de hogares en Tierra Santa.

Dentro de la mejora de los santos lugares, está a punto de finalizar la restauración de los restos bizantinos y medievales que custodia el convento franciscano de Betania, al lado de la tumba de Lázaro. Terremotos, guerras, y más recientemente el descenso de visitas debido al muro de Israel los habían dejado «abandonados y llenos de suciedad», explica Carla Benelli, de la Asociación pro Terra Sancta.

En el trabajo han participado diez jóvenes palestinos que se han formado en conservación a través de la ONG palestina Mosaic Centre, con financiación de pro Terra Sancta. Después de preservar y realzar los restos de Betania, donde se han descubierto dos capiteles cruzados y unas escaleras medievales, «seguirán trabajando en nuestros proyectos y en acciones de conservación de otras instituciones», apunta Benelli. «Siempre llevamos a cabo nuestros proyectos implicando a las comunidades locales», para que se beneficien de la protección del patrimonio.

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