La selectividad y el peligro de homogeneizar a la baja

El Ministerio de Educación estudia cambiar la actual Prueba de Acceso a la Universidad –la conocida selectividad– por «una prueba menos basada en contenidos», «más parecida a los exámenes del Informe Pisa» y replicable en todas las comunidades, como adelantó El País. Se trata, según sostienen, de lograr que los jóvenes tengan «una comprensión profunda» de las cuestiones y capacidad para «movilizar conocimientos de una forma mucho más interdisciplinar».

Sin entrar en lo rebuscado de ciertas expresiones, la duda que surge es si, en este proceso de marginación de la memoria y de homogeneización, no se acabará igualando a la baja una vez más, como está ocurriendo en las regiones donde se siguen reduciendo los mínimos para pasar de curso. ¿Vamos a seguir quitando a tantos y tantos niños la posibilidad de acceder a más conocimientos en aras de unas competencias bastante difusas? ¿Vamos a dejar que crezca la brecha con aquellos que, por las posibilidades de sus familias, sí seguirán formándose? No olvidemos, en expresión del Papa Francisco en Fratelli tutti, que «la educación está al servicio de ese camino para que cada ser humano pueda ser artífice de su destino».