La santa de los trabajadores - Alfa y Omega

La santa de los trabajadores

La fase diocesana de la causa de Dorothy Day se cerró el mes pasado con una Misa en la catedral de San Patricio de Nueva York

Lucas Schaerer
Dorothy Day en una obra de Kelly Latimore.

La comunidad eclesial de Nueva York sueña con la canonización de Dorothy Day, cuya causa cerró su fase diocesana el 8 de diciembre con una Misa en la catedral de San Patricio, en Nueva York. Presidida por el cardenal Timothy Dolan, este formalizó la entrega de las evidencias de la santidad de la fundadora del Movimiento del Trabajador Católico.

Los laicos de la comunidad de Nueva York, entre ellos un ex lobo de Wall Street que hoy vive con voto de pobreza entre las personas sin techo y coordina la casa donde vivió Dorothy, han organizado la documentación. Han colaborado con ellos, entre otros, Martha Hennessy, nieta de la futura santa, y su amiga Kathleen De Sutter Jordan. El volumen de la obra escrita por Day es tan numeroso que implicó a casi un centenar de voluntarios, quienes transcribieron decenas de miles de páginas de sus diarios y correspondencia. De toda esa información, 50.070 páginas fueron enviadas a Roma con el sello colocado por el cardenal Dolan y la firma del sacerdote Brian A. Graebe, delegado de la causa de canonización.

Fue el cardenal John O’Connor quien convocó, hace más de 20 años, a un grupo de personas cercanas a Dorothy para evaluar si abrir una causa de canonización. Años más tarde el trabajo se revitalizó con el impulso del cardenal Dolan, quien presentó la causa para que fuese aprobada en la reunión anual de los obispos de Estados Unidos.

Dorothy Day escribió una autobiografía, The long loneliness. En ella explica su religiosidad en la juventud y cómo la pierde en la universidad. Luego su angustia al sentir que la Iglesia estaba lejos del sufriente trabajador pobre en EE. UU. A Day le cambió la vida su amistad con los obreros católicos inmigrantes de Hungría, Austria, Italia… La segunda parte de su autobiografía gira en torno a Peter Maurin, el mayor de sus mentores, un obrero que trabaja con sus manos y que reflexiona desde el pueblo.

La cosmovisión de ambos, Dorothy y Peter, es similar a la experiencia del movimiento cooperativista en Mondragón, que fundó el sacerdote José María Arizmendiarrieta en el País Vasco.