La sala Bagüés acaba con la idea de que el románico es solo piedra - Alfa y Omega

La sala Bagüés acaba con la idea de que el románico es solo piedra

El Museo Diocesano de Jaca alberga el mejor conjunto mural de pinturas románicas de España, que cubría las naves y el ábside de la iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés

Begoña Aragoneses
La iglesia de Bagüés, en el museo diocesano
La iglesia de Bagüés, en el museo diocesano. Foto: Museo Diocesano de Jaca.

Como muchos otros pueblos cercanos a los Pirineos, Bagüés (Zaragoza) se vació de vecinos en los años 60 del siglo pasado. El Obispado de Jaca quiso preservar el patrimonio artístico y religioso de esas localidades y fue conservando las piezas en el naciente Museo Diocesano de Jaca. Lo que descubrieron en la iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés era excepcional: estaban conservadas la mayor parte de las pinturas románicas (de en torno al año 1100) que decoraban ambos muros de la nave y el ábside del templo. Belén Luque, la directora del museo, cuenta a Alfa y Omega cómo los frescos fueron recuperados mediante la técnica del arranque a strappo, que consiste en extraer únicamente la capa pictórica. Después, las pinturas se traspasaron a lienzo y se restauraron durante dos años en Barcelona. En 1970 se construyó, en una de las zonas del claustro de la catedral de Jaca, una sala con las mismas dimensiones y configuración que la iglesia, donde se instalaron los murales tal y como estaban en su origen.

«Pensamos que el románico es piedra gris, pero esto es una imagen falsa porque en realidad las iglesias estaban pintadas completamente, llenas de vida y color», explica la directora del museo. El programa iconográfico de las pinturas de Bagüés es una auténtica catequesis, pensada para las gentes del pueblo de aquel comienzo del siglo XII que no sabían leer y escribir; «es decir, todos». «Era la Biblia de los pobres». De hecho, la Sagrada Escritura está casi pintada al completo. En los laterales del templo se representaron escenas del Antiguo Testamento con sus protagonistas —Adán y Eva, Caín y Abel, Noé— extraídas del libro del Génesis. También hay pasajes del Nuevo Testamento, empezando por la infancia de Jesús, con la matanza de los inocentes o la presentación en el templo, entre otras, y siguiendo por su Bautismo, la vida pública con pinturas de las bodas de Caná, el encuentro con la samaritana o la resurrección de Lázaro. El presbiterio y el ábside se reservaron para la Pasión, Resurrección y Ascensión. A día de hoy, y desde la sala del museo, la iglesia de Bagüés sigue cumpliendo su función catequética: «A los niños que se preparan para la Primera Comunión se los trae aquí».

El maestro de Bagüés —anónimo, como la mayoría de los autores del románico— se inspiró en la escuela francesa, que dotaba a las pinturas de mayor dinamismo y expresividad, a lo que sumó su impronta personal: el dramatismo de los personajes. Ejemplo claro, detalla Luque, es la escena de Malco, el soldado a quien san Pedro le corta la oreja, que es «una de las más representativas, con un perfil del personaje que recuerda a los vivientes de Picasso». «Al final, es la modernidad de la pintura románica y por eso atrae a los visitantes del siglo XXI». Junto a ello, la directora destaca también el cromatismo, con la diferenciación de los fondos mediante la utilización de bandas de verdes y ocres, a falta de la técnica de la perspectiva, y la utilización de tonos vivos en las figuras. «Son el cómic de la Edad Media», resume Luque.

https://alfayomega.es/edicion-facsimil-de-la-biblia-visigotico-mozarabe/Las de Bagüés son una de las joyas del arte románico europeo y la obra más importante por calidad y extensión del románico español, junto a las pinturas del Panteón de los Reyes de la colegiata de San Isidoro de León. La directora del museo incide en el excelente grado de conservación de las pinturas a pesar del tiempo transcurrido y de que la iglesia, en tiempos, se utilizó, «al igual que tantas otras», como refugio de ganado y pastores.

El Museo Diocesano de Jaca alberga además pinturas románicas de otras localidades también descubiertas a mediados del siglo XX gracias a los trabajos del Obispado. Las primeras, las de la iglesia de San Esteban de Urriés, en 1962, a la que siguieron los hallazgos de Ruesta, Navasa, Sorripas o Susín, entre otras. Forman así la mayor colección de pinturas murales románicas de España.

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