La responsable mundial de Infancia Misionera da las gracias a los niños españoles
Según la memoria de Obras Misionales Pontificias, en 2021 se recaudaron en nuestro país 17,98 millones de euros para las misiones
La secretaria internacional de Infancia Misionera, Roberta Tremarelli, ha dado las gracias este jueves «a todos los niños de España su contribución para ayudar a otros niños en los países de misión». Tremarelli ha visitado nuestro país para participar en el primer campamento de Infancia Misionera organizado por Obras Misionales Pontificias, que tiene lugar esta semana en Javier. También ha estado presente en la presentación de la memoria anual de OMP España.
En 2021, en nuestro país se recaudaron 17,98 millones de euros para las misiones, un incremento respecto a los 17,2 millones del año anterior. El 72 % de esa cantidad correspondió al Domund, mientras que las colectas de Infancia Misionera y Vocaciones Nativas abarcan el resto. Descontados los gastos de gestión, de pastoral y de apoyo a los institutos misioneros, se pusieron a disposición de la Santa Sede 14,1 millones de euros.
Por ejemplo, la aportación española cubrió el 13 % de los 14,4 millones de euros con los que Infancia Misionera financió 2.700 proyectos. «Es el primer país de Europa por su aportación, y casi del mundo», subrayó Tremarelli. Con este dinero, se financia el funcionamiento ordinario de Infancia Misionera en las diócesis de los países de misión. Se cubren asimismo peticiones extraordinarias para formación y animación misionera, construcción de colegios y aulas para catequesis, proyectos de escolarización y comedores escolares.
Donativos por limpiar malas hierbas
Todo ese dinero no solo llega, sino que se gasta bien. Así lo ha relatado Luis Carlos Rilova, misionero burgalés del IEME que ha estado 12 años en la diócesis de Hwange (Zimbabue), parte de ellos como delegado de Misiones. En esa diócesis, reciben anualmente unos 7.700 euros para que los 400 niños de los 15 grupos de Infancia Misionera que existen hagan experiencia «desde pequeños» de «anunciar a Jesús». Con ese dinero, Rilova organizaba, por ejemplo, el festival de la canción misionera o un congreso anual de tres días; todo un acontecimiento para los pequeños residentes de esta remota región.
Esta labor, ha subrayado Tremarelli, es «muy importante porque ayuda a los niños a hacer experiencia de Iglesia misionera». En estos grupos, independientemente del país en el que estén, los niños cooperan espiritualmente a la misión, rezando cada día por todos los niños del mundo y por los misioneros. Y hacen sus propias aportaciones mediante el servicio, el testimonio y la limosna.
En Hwange, por ejemplo, hay grupos muy concienciados gracias a la labor de sus catequistas. El 2 de febrero, cuando se celebra la colecta de Infancia Misionera, alguno ha llegado con «20 o 30 euros» que han ganado «escardando y quitando las malas hierbas durante dos o tres fines de semana» en el campo de algún agricultor de la comunidad.
Incluso cuando ellos mismos se benefician directamente de las ayudas, se aprovecha para que comprendan «la dimensión universal» de la Iglesia, ha explicado la responsable de esta obra misionera. Para ello, por ejemplo, «pedimos que se les explique que tienen eso porque hay niños de todo el mundo que les ayudan». Así ocurre, por ejemplo, con los huérfanos del sida que pueden estudiar en Hwange o los 2.500 niños que comen en el colegio para no desfallecer después de un trayecto de hasta diez kilómetros.
Recibir… y aportar
Es el esquema que se viene repitiendo desde hace exactamente 200 años, cuando se fundó la Obra de Propagación de la Fe. En Hwange, por ejemplo, se reciben a cuenta del fondo de solidaridad universal del Domund 31.000 euros para los gastos generales de la diócesis; y otros 1.000 para el sostenimiento de los catequistas a tiempo completo. No es mucho, ha explicado Rilova, porque se busca que la propia diócesis se sostenga.
Además, pueden pedir financiación para cuatro proyectos por año, tres diocesanos y uno de congregaciones religiosas. En Hwange, casi siempre se hace para la construcción de capillas o casas parroquiales. Son cantidades «no muy grandes», destinadas sobre todo a comprar los materiales.
La mano de obra la ponen, de forma gratuita, los feligreses. «No solo reciben: traen en sus carritos toda la arena, la grava y el agua para preparar el cemento, elaboran los bloques», y cuando se les enseña «ponen los cristales y pintan». Para ello, «dejan sus labores» durante el tiempo que sea necesario. Además, cada año la diócesis recauda unos 1.000 euros para enviar a otros lugares.
Vuelta a la presencialidad
De vuelta a la realidad española, el director nacional de OMP, José María Calderón, ha subrayado que «el punto fuerte son las colectas en las parroquias». De ahí proceden el 43 % de los ingresos, mientras que el 21% llegó por herencias, y el 7% de los colegios. Según ha explicado Calderón, el gran esfuerzo hecho durante la pandemia para habilitar otras formas de financiación hizo que los ingresos no se redujeran tanto como en otros países. Pero, aunque esos cambios hayan llegado para quedarse, la vuelta a la presencialidad ha supuesto un impulso.
También más allá de lo económico, con 44 conferencias y mesas redondas, doce exposiciones, 286 visitas a colegios… Otra de las labores de OMP es promover la oración por los misioneros. En los monasterios contemplativos se dedica un día al mes a ello, y se cuenta también con la aportación de los enfermos misioneros, que ofrecen sus sufrimientos por esta intención.
Por último, está el acompañamiento a los 10.382 misioneros españoles, de los cuales aproximadamente el 60 % están en activo. Son sobre todo religiosas y sacerdotes, aunque hay también 662 laicos. El 54 % son mujeres, y el 67 % está en América, sobre todo en Perú.