La realidad sin etiquetas de los menores migrantes - Alfa y Omega

La realidad sin etiquetas de los menores migrantes

El documental M, con guion del periodista Nico Castellano, recoge 14 historias de hombres y mujeres que llegaron solos a España siendo niños. Como Mamadou Camara, hoy estrella de la lucha canaria

Fran Otero
Mamadou Camara en el terreno del Club Tegueste al que pertenece. Foto: Documental M.

Para muchos niños y jóvenes la m no es solo la decimotercera letra del alfabeto español. Es más. Es la primera letra de muchas etiquetas: menor, migrante, mena, moro y, con perdón, mierda. Literal. Y ahora es, gracias al trabajo del periodista Nico Castellano y el apoyo de la Diputación de Cádiz, el título de un documental sobre la realidad de los menores migrantes no acompañados. Un trabajo que es, además, un homenaje al sacerdote Gabriel Delgado, fallecido hace un año e inspirador de la producción, y al abogado Nacho de la Mata, también fallecido, y cuyo trabajo ha salvado muchos niños.

El filme tiene la virtud de dejar hablar a los propios protagonistas. Ellos nos cuentan las razones por las que decidieron migrar a tan corta edad, cómo arriesgaron su vida, su paso por el sistema de tutela, la emancipación, la soledad y el éxito o el fracaso. Hay historias que acaban bien y otras, quizás las menos, mal, pero hay una conclusión clara. La expone en conversación con Alfa y Omega el propio Castellano: «Ante la mínima oportunidad de estudiar o desarrollarse, estos chicos se convierten en casos de éxito».

Es el caso de Mohamed El Harrak, que llegó a España cuando solo tenía 7 años —fue uno de los primeros que lo hizo en los bajos de un camión— tras dejar atrás una vida muy complicada en Marruecos. Su madre se vio obligada a prostituirse para mantener a sus hijos. Ya en nuestro país, pasó por doce centros de menores y por cuatro familias y, pese a ello, cuenta con formación en atención a la dependencia y animación sociocultural, y estudia ahora Trabajo Social. Lo único que lo diferencia de cualquier joven de su edad es el nombre —el acento es gaditano— y, sin embargo, siempre se ha sentido distinto. Le han dicho que era distinto. Volvió a ver a su familia a los 21 años. Entonces, conoció a sus hermanos, que tenían 7 años, los mismos que él cuando migró.

La mayoría de estos exmenores tutelados están comprometidos con los que llegan ahora. De hecho, algunos ejercen de mediadores o monitores en centros de menores bien como actividad profesional o como voluntarios. Es el caso de Imail Majdoubi, fundador de Ex-MENAS, que ya ocupó estas páginas hace semanas y que también es protagonista del documental, o de Mamadou Camara que, además de trabajar en uno de estos centros, es una de las estrellas de la lucha canaria.

Anwar y Melilla

Un consorcio de periodistas publicó hace una semana nuevas revelaciones sobre lo que sucedió en Melilla el 24 de junio. La principal es la confirmación de que al menos una muerte se produjo en España. «Da la sensación de que hay más, pero solo el de Anwar está confirmado», dice José A. Bautista, uno de los investigadores.

Camara narra que su trayecto migratorio con apenas 16 años empezó en un coche que lo llevó de Malí a Mauritania y continuó en una patera hacia Canarias. «Tengo la sensación de que no era consciente del peligro. Ahora no subiría ni loco», reconoce a este semanario. Luego ingresó en un centro de menores y el deporte autóctono, la lucha canaria, le dio una oportunidad. Lo que en principio no fue más que una afición se convirtió en una carrera profesional que le ha llevado ya por varios equipos; el último, el Club Tegueste, donde ocupa el puesto más importante, el puntal A, o, lo que es lo mismo, el mejor luchador del equipo.

Porque sabe lo que sufren los chicos y sus problemas, Mamadou no tiene ningún reparo en presentarse como referente y en animarlos. Si él pudo conseguirlo, ellos también. Eso sí, los invita a estudiar y a aprender español. Pero no solo se dirige a los que llegan, también a los jóvenes españoles con charlas en colegios: «No somos ninguna amenaza, solo venimos a buscar una vida mejor. Yo trabajo y contribuyo como un español más».

Aunque en todas las historias hay dolor —muchos han sufrido racismo y violencia— y secuelas —su salud mental se ha visto muy deteriorada—, en algunas es especialmente intenso. Es el caso de Hicham Benay Harrak, de 18 años. Tras estar en un centro de menores durante cuatro años, ahora vive en un cuarto de contadores sin baño, sin nada. Ya le han echado de varias viviendas que ocupó. No ha vuelto a ver a su familia. Dejó el disolvente, pero consume alcohol y, a veces, porros y pastillas. Es un apasionado de la música y tiene talento. Canta rap. Una de sus canciones cierra el documental. «Hay personas que se mueren en el mar, hay gente que sale a buscarse la vida a buscar su pan, cero dinero, cero planes. Dejar todo atrás, a tus familiares…».

El objetivo de todas estas historias es, según Nico Castellano, «romper estereotipos y prejuicios» sobre un colectivo estigmatizado y demonizado. «Cuando llegan los convertimos en otros, pero son niños en desamparo, como cualquier niño. Deberíamos dejar de ponerles el apellido migrante», explica. Y concluye con una invitación a acercarse a ellos como son, niños y niñas, y a conocer su realidad sin etiquetas, más allá de un acrónimo.

M
Guion:

Nico Castellano

País:

España

Año:

2022