La puerta - Alfa y Omega

La puerta

Lunes de la 4ª semana de Pascua / Juan 10, 1-10

Carlos Pérez Laporta
Interior. Strandgade 30, 1901. Vilhelm Hammershøi. Städel Museum, Francfort (Alemania).

Evangelio: Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará

y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Comentario

Cristo es la puerta. Pero esta vez no es la puerta a Dios, sino la puerta a las ovejas. O mejor, precisamente porque es la puerta a Dios, es la puerta a las ovejas. Por eso, del mismo modo que no se puede llegar a Dios sin pasar por Él, no se puede llegar a los hombres sin Él. Porque la verdad de los hombres es Dios, y todo el que desconoce a Dios y pretende hablar a los hombres es un usurpador: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas». A los hombres solo se les puede hablar con verdad si se les habla desde Dios, pasando por Cristo. Porque no hay ninguna otra verdad que cumpla la vida de los hombres que Dios mismo y todo lo que proviene de Él: «Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos». Solo se encuentra verdad que satisfaga el hambre humana cuando se pasa por Cristo, cuando se criba en la puerta estrecha de Cristo. No es la verdad de Cristo la que debe cribarse en alguna otra verdad del mundo, moderna o antigua. Solo en Cristo se accede a la verdad de Dios y, por tanto, de los hombres.