La propagación de la fe, una tarea permanente - Alfa y Omega

La propagación de la fe, una tarea permanente

Gracias a los misioneros, el Evangelio ha llegado a los rincones más insospechados, pero sigue siendo necesario el testimonio

Alfa y Omega

Este 3 de mayo se cumplió el bicentenario de la Asociación para la Propagación de la Fe, fundada por la venerable Pauline Jaricot –que en unas semanas será beata–, y el centenario del motu proprio Romanorum Pontificum, con el que el Papa Pío XI la declaró como pontificia, al igual que a la Obra Pontificia de la Santa Infancia (Misionera) y a la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol para la formación del clero indígena en los territorios de misión. Sin lugar a dudas, constituye una buena ocasión para reconocer la labor de las Obras Misionales Pontificas (OMP), que entronca con el ADN del creyente a quien Jesús pidió anunciar el Evangelio en el mundo entero, así como una invitación a orar por los misioneros y colaborar en su sostenimiento.

Gracias a la entrega desinteresada de estas personas, sacerdotes, religiosos y laicos, y al apoyo y aliento de tantos y tantos fieles, el Evangelio ha llegado a los rincones más insospechados de la Tierra, como muestra la sección de Alfa y Omega «Hasta los confines». Pero la tarea continúa y hoy sigue siendo necesario el «testimonio de vida evangélica de los cristianos» para la transmisión de fe, en palabras del Papa en la última Jornada Mundial de las Misiones. Hace falta «ir siempre más allá de los lugares habituales» para dar este testimonio de Dios; hay que ir tanto a aquellas «zonas geográficas» donde no han llegado los misioneros –que son auténticos «testigos de Cristo»– como a aquellas «realidades humanas» quizá más cercanas, pero oscurecidas sin el verdadero amor.

Al hilo del Evangelio en el que Jesús se aparece a los discípulos que están pescando en el Tiberíades, el propio Francisco recordó en el Regina Coeli del pasado domingo que «Cristo resucitado nos invita a un nuevo impulso», nos pide a cada uno «zambullirnos en el bien sin miedo de perder algo, sin hacer demasiados cálculos, sin esperar a que empiecen los otros». ¿Somos capaces o nos vamos a quedar encerrados?

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