La presencia del Santo Padre será «un bálsamo de paz» para la sociedad
Hablamos con el secretario general de la Conferencia Episcopal de Papúa Nueva Guinea, Giorgio Licini, que se ha encargado de ultimar los detalles de la visita de Francisco, la primera que hace a Oceanía
¿Cuáles son los retos de la Iglesia católica en el país?
Quizá el principal se refiera a la fuerte y rápida reducción del número de misioneros extranjeros, principalmente occidentales (europeos, estadounidenses, canadienses, australianos) y que han sido solo parcialmente sustituidos por asiáticos y ahora africanos. Esto en sí no sería malo si se produjera un aumento correspondiente de las vocaciones sacerdotales y religiosas locales. Pero no es el caso de Papúa Nueva Guinea, donde ahora escasean los agentes pastorales cualificados. Algunas zonas remotas, incluso muy extensas, carecen de sacerdotes y religiosos, y sólo cuentan con unos pocos catequistas. Pero incluso en las escuelas y los centros de salud se nota la desaparición casi total de personal religioso. El interés y la pasión por estos ambientes de compromiso y testimonio cristiano también están disminuyendo. Los retos de la Iglesia son, en cambio, contrarrestar las inmensas bolsas de pobreza, lidiar con la corrupción administrativa, dar asistencia a una población juvenil creciente y con pocas perspectivas de futuro, la protección del medio ambiente, el abandono de las comunidades rurales y la pobreza urbana. Son retos que afectan a todas las personas de buena voluntad, no sólo a los cristianos o a los católicos. Por nuestra parte, hacemos todo lo que podemos a través de una densa red de parroquias, comunidades, escuelas, centros de salud primaria, hogares para niños y mujeres en situación de riesgo, etc.
¿Por qué cree que el Papa ha querido visitar la diócesis de Vanimo?
Por dos razones. Los misioneros argentinos del Verbo Encarnado (IVE) y las Hermanas Siervas del Señor de la Virgen de Matara (SSVM) trabajan en Vanimo desde 1997. El Papa mantiene contactos regulares con ellos. Los peregrinos de Vanimo han sido recibidos en Santa Marta en el pasado. La segunda razón es que una visita a estos misioneros y comunidades permite al Papa incluir en su viaje apostólico a través de cuatro países y dos continentes al menos una parada fuera de sus respectivas capitales, en una periferia geográfica y humana donde se hubiera pensado que nunca llegaría un Papa. Quién sabe, ¡quizá también esto se convierta en una constante en los viajes internacionales del Papa Francisco y sus sucesores en el futuro!
Papúa Nueva Guinea está compuesta por múltiples etnias indígenas, en las que se hablan cientos de lenguas, y sin embargo casi toda la población es cristiana, siendo aproximadamente una cuarta parte católica. ¿Cree que será una oportunidad para que el Papa haga hincapié en la importancia de la paz?
Papúa Nueva Guinea es sin duda un gran ejemplo de coexistencia política pacífica en una diversidad étnica, lingüística y ahora también religiosa tan grande, aunque todo ello dentro del ámbito cristiano. La única crisis real que se ha producido desde la independencia en 1975 es la de la isla de Bougainville en los años 90, que se resolvió entonces con una propuesta de autonomía y en el futuro quizá incluso de independencia. La violencia que atenaza a Papúa Nueva Guinea es, por desgracia, la igualmente preocupante que tiene lugar en el hogar contra mujeres y menores; son las luchas tribales (conflictos tribales con decenas de muertos) en las tierras altas del interior; y la conocida por las siglas SARV (Sorcery Accusation Related Violence) contra personas acusadas de brujería y bárbaramente torturadas y asesinadas. Creo que el Papa no dejará de hacer un llamamiento a la conversión personal y comunitaria para poner fin a prácticas tan primitivas y causantes de sufrimiento y muerte para tanta gente. Será un bálsamo de paz para la sociedad.