Manos Unidas: «El hambre es fruto de una injusticia arraigada y aceptada»

Manos Unidas: «El hambre es fruto de una injusticia arraigada y aceptada»

Los días 16 y 17 de octubre se celebran el Día de la Alimentación y la Erradicación de la Pobreza. Según la ONGD católica, más de 700 millones de personas sufrían desnutrición crónica en 2023

Ester Medina
Proyecto de seguridad alimentaria de Manos Unidas en Barmer, Rajasthan, India
Proyecto de seguridad alimentaria de Manos Unidas en Barmer, Rajasthan, India. Foto: Roman Catholic Diocesan Social Service Society.

Comer no es un privilegio, es un derecho universal. Lo que en principio debería ser una afirmación evidente se ha convertido en el lema elegido para este año por Manos Unidas para el Día Mundial de la Alimentación y el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se celebran los días 16 y 17 de octubre respectivamente.

Este drama, según denuncia la organización, «no solo es una cuestión de carencia sino el fruto de una injusticia arraigada y aceptada que afecta a las vidas de millones de personas en el mundo». Además, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), una de cada once personas en el mundo sufrió desnutrición crónica en 2023, lo que suma cerca de 733 millones de personas.

«El acaparamiento de tierras, la producción intensiva de biocombustibles, la cría industrial de ganado, la pérdida y el desperdicio de alimentos, y la especulación con el precio de los alimentos son algunos de los factores» que influyen en este crecimiento de la pobreza en el mundo. Lo denuncia Marco Gordillo, coordinador del Departamento de Incidencia y Alianzas de Manos Unidas.

Las alarmantes cifras y, sobre todo, la dramática situación de las personas que hay detrás de ellas, no nos pueden dejar indiferentes. Fidèle Podga, coordinador de Estudios y Documentación de la ONGD de la Iglesia católica, asegura que estas situaciones las sufren en su mayoría poblaciones rurales «que sabemos que dependen todavía de una agricultura muy vulnerable al cambio climático cuyos fenómenos, por desgracia, suelen ser recurrentes. Así, cuando las lluvias no son suficientes o cuando hay inundaciones, no hay cosechas, y si no hay cosechas, hay hambre».

En conversación con Alfa y Omega, María José Hernando, del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, asegura que es importante visibilizar el problema del hambre. Necesitamos «llamar a las conciencias de la ciudadanía para animar a la colaboración y de los responsables de las políticas públicas para que reaccionen con fortaleza ante este drama urgente y que debería escandalizarnos».

En los últimos cinco años, Manos Unidas ha puesto en marcha más de 500 proyectos alrededor del mundo para mitigar estos efectos, invirtiendo casi 50 millones de euros en iniciativas para frenar el hambre. «Comer no es ni un privilegio de las sociedades ricas, ni un favor que le hacemos a la gente en situación de pobreza, sino un derecho universal», insiste Gordillo. A través de sus proyectos, la ONG trabaja para garantizar este derecho, defendiendo la necesidad de una alimentación sana, nutritiva y suficiente, e intentando poner fin a todas las formas de malnutrición.

Sierra Leona, Paraguay o India son algunos de los lugares donde Manos Unidas se hace presente con estos proyectos en los que, por ejemplo, se busca mejorar los ingresos de la población a través de la formación de cooperativas agrícolas o se implementan huertos agroecológicos para fomentar la producción sostenible. Todo ello en colaboración con las diócesis de esos sitios y también con la ayuda de socios locales que siguen de cerca el desarrollo de las iniciativas.