Una parroquia de Madrid expide 8.000 credenciales del Camino de Santiago desde Mayo
El párroco de Santiago y San Juan Bautista, en pleno centro, afirma que la ruta jacobea «está salvando a muchas personas»
José María García tenía, desde niño, la ilusión de hacer el Camino de Santiago. La oportunidad le ha llegado ahora, cuando ya hace años que dejó atrás su niñez y la vida le ha ido cargando la mochila de piedras. «Un viaje interior» era lo que quería hacer, y para ello se subió a su bici y se hizo Roncesvalles-Santiago de Compostela en 14 días. La credencial se la facilitaron en la parroquia de Santiago y San Juan Bautista, en pleno centro de Madrid, adonde acude ahora porque quiere repetir: «Haré el portugués desde Lisboa, también en bici, y más adelante el Primitivo [Oviedo-Santiago]; este será ya andando».
La de José María es una de las 8.000 credenciales del peregrino que ha expedido la parroquia de Santiago desde el pasado mes de mayo. «Hubo un parón muy en seco –cuenta Carlos Cano, el párroco–, pero en mayo fue como abrir una botella de champán». El sacerdote da las claves: personas que lo habían retrasado por la pandemia, que este 2021 es Año Santo, que la gente ha salido menos al extranjero, que había ganas de caminar y, sobre todo, «muchas crisis personales, muchas pérdidas de familiares». De hecho, hay quienes lo hacen por sus seres queridos fallecidos por el coronavirus. «Se puede llevar una credencial a título póstumo, que se va sellando también en cada etapa, por una persona fallecida; por ella se pueden aplicar las indulgencias plenarias propias del año santo».
La parroquia, muy cerca de la catedral de la Almudena, es el punto de referencia en Madrid para obtener la credencial. Es cierto que el Camino Francés, el Portugués o el del Norte son los más concurridos y que, históricamente hablando, cuenta Cano, el de Madrid no existía. Pero a partir de 1989, con la visita del Papa san Juan Pablo II a Santiago de Compostela con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, «se recupera el peregrinar, varias asociaciones recuperan caminos y se crea el Camino de Madrid, que lógicamente nace de este templo». Porque la iglesia, en la que se conserva la partida de Bautismo de la beata María Ana de Jesús o la de defunción de Diego Velázquez, fue la primera dedicada al apóstol Santiago en la ciudad. Su construcción se inició en 1090, aunque el actual templo fue edificado nuevo tras el paso de las tropas de Napoleón, y se consagró en 1817.
A Santiago hay que ir con una petición
Con una feligresía fundamentalmente de fuera del barrio y once comunidades del Camino Neocatecumenal, la parroquia de Santiago hace una evangelización en salida que incluye, entre otros, visitas a las casas. «Es una zona complicada, pero algunos han venido a las catequesis por haber llamado a sus puertas», cuenta el vicario parroquial, Óscar González (en la imagen superior, con José María García). Y muchos, también, acuden en agradecimiento a Santiago por gracias concedidas. «En 2019 –señala Cano– bautizamos a tres niños, hijos de peregrinos que habían hecho el Camino para pedírselos al Apóstol porque no venían».
En este punto el sacerdote incide en que a Santiago hay que ir con alguna petición en el corazón. «Siempre que se peregrina hay que pedir una gracia; no voy a ver qué pasa, sino qué tienes en tu corazón. Cuando peregrines, pide», indica el párroco. También «hay que ir con el corazón abierto, porque Dios va a hablar y va a actuar, y te hace tu Camino». Por eso, Cano anima a los peregrinos a «dejarse llevar, y el Señor os cuidará». «Este es un tiempo de relación con Dios, incluso aunque la gente no se lo plantee así». En el Camino hay que dejar hueco a los silencios, «no hay que huir de ellos porque el Señor te recoloca», y también a las sorpresas de Dios, «a veces se lleva el viaje tan encorsetado…».
Y así se cambian vidas, como la de José María (en la imagen inferior, al terminar el Camino en la plaza del Obradoiro). El párroco asegura que «el Camino está resurgiendo y está salvando a muchas personas». Allí se vive «una experiencia del cielo, no mundana, porque todos son amigos, no hay enemigos», no hay que ir «a codazos». El Camino «rehace vidas enteras, la gente se resetea por completo». Peregrinos que, a diferencia de lo que se suele pensar, no son en su mayoría jóvenes, sino adultos. «Un gran porcentaje viene con crisis y fracasos vitales grandes», y eso se da en torno a los 40-50 años. Pero las vidas «cambian por completo», y de aquí nació el acompañamiento en el poscamino. «Vimos la necesidad de hacer encuentros después», y cada mes acuden una media de entre 20 y 30 personas. Les invitan además a sumarse a la Cofradía de Santiago Apóstol, con sede en la parroquia, y en los meses de verano a hacer turnos para ser ellos quienes entregan las credenciales a los nuevos peregrinos.
Camino de Santiago en Madrid
De los 14.000 peregrinos que pasaron por la parroquia de Santiago en 2019 para recoger su credencial, no llegaron a 500 los que empezaron el Camino en Madrid. Este año sobre todo «son nacionales, pero antes de la pandemia había muchos extranjeros, coreanos y australianos fundamentalmente», describe Carlos Cano. «Se pone de moda en un país, y vienen. Pasó hace tres o cuatro años también con los americanos». A Madrid llegan en avión, acuden a la parroquia de Santiago a por su credencial y viajan de nuevo hasta el punto de comienzo de su camino.
Los que se quedan en la capital para empezar el Camino madrileño harán, antes de unirse al Francés en Sahagún (Madrid, Segovia, Valladolid y Sahagún) las etapas Madrid, Tres Cantos, Manzanares El Real y Cercedilla. Esta última es la etapa final antes de entrar en Segovia. Allí, los peregrinos se pueden alojar en instalaciones municipales aunque ya hay en marcha un proyecto de albergue entre la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Madrid y la parroquia San Esteban. Alfonso Puche Rubio, su párroco, avanza que, puesto que en Cercedilla hay varios templos, la idea es aprovechar parte de alguno de los que menos culto tiene para «dividirlo y, a los pies, habilitar un pequeño albergue». Un proyecto con el que están «muy ilusionados» y que, si todo va bien, podría estar ya en marcha en marzo del año que viene, «aprovechando el jubileo».
El sacerdote, que solo lleva un año en la parroquia, reconoce que a pesar de que el año «no ha sido fácil, han pasado bastantes peregrinos». Un perfil «muy variado de peregrinos» que acuden a sellar su credencial de un Camino que hacen «por motivos religiosos, culturales. «Siempre hay un poso de fe», añade, porque los ve cómo se quedan a Misa. Las complicaciones de la pandemia han condicionado un poco el trato más de cerca con los peregrinos, «pero como tenemos esta segunda convocatoria», añade refiriéndose a la prórroga del Año Santo hasta 2022, «esperemos que pueda ir a más».
El peregrino dice adiós a la diócesis de Madrid en el puerto de la Fuenfría (1.796 m), frontera con Segovia, después de haber llegado por la calzada romana en una exigente subida. Allí, en la vaguada cruce de caminos –al este hacia Siete Picos, al oeste hacia la Mujer Muerta con el cerro Minguete y el Montón de Trigo como puntos intermedios–, se levantó en el año 2005 un monumento dedicado al fundador de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid, José Antonio Cimadevilla Covelo. «Revitalizó el camino de peregrinación de Madrid a Santiago de Compostela», se lee en la placa, que cierra su In Memorian con el «Ultreia et suseia», saludo propio de los peregrinos a Santiago: «Más allá y más alto».