La Palabra frente al conflicto - Alfa y Omega

La Palabra frente al conflicto

En medio del ruido, sin una escucha atenta de la Palabra no desentrañaremos qué quiere Dios de nosotros y de la Iglesia

Alfa y Omega

Este 24 de enero, tercer domingo del tiempo ordinario, la Iglesia celebra el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco con el deseo de subrayar «la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo» (Misericordia et misera, 7).

Como recuerda la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, al establecer este día el Papa recurrió al ejemplo de san Jerónimo, «profundo conocedor y apasionado divulgador de la Sagrada Escritura». Este afirmaba que «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», quizá porque, al ponerse a la escucha, «se encontró a sí mismo», como también halló «el rostro de Dios y de los hermanos» y confirmó «su predilección por la vida comunitaria». Inmersos en nuestras ruinas y en medio del mundanal ruido, sin una escucha atenta de la Palabra difícilmente desentrañaremos qué quiere Dios de nosotros y de la Iglesia. Solo desde la Palabra habrá una «adhesión plena al misterio de Cristo» y, solo desde esa adhesión, viviremos en consecuencia.

Esta llamada a saborear la Biblia se produce, además, en plena Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que este año se celebra con el lema «Permaneced en mi amor y daréis mucho fruto» (cf. Jn 15,5-9). Son días en lo que, como dijo el Papa en el ángelus del pasado domingo, rezamos para para «que todos sean uno» (Jn 17,21), conscientes de que «la unidad siempre es superior al conflicto». No se trata de negar las diferencias o de diluir la propia identidad, sino de retornar a Cristo y «acercarnos unos a otros, regocijándonos en la riqueza de nuestra diversidad», en palabras de la comunidad monástica de Grandchamp en los materiales del octavario de este año. Así recibiremos «la fuerza y la sabiduría» para «actuar en contra de las estructuras de injusticia y opresión», para «reconocernos plenamente como hermanos», y crear «una nueva forma de vida».