La nueva evangelización es tarea de todos - Alfa y Omega

La nueva evangelización es tarea de todos

El Sínodo de los Obispos vive sus horas finales. Los obispos ultiman las propuestas, que servirán de orientación para la Exhortación postsinodal que escribirá el Papa, y que dotarán de una mayor concreción y consistencia a las iniciativas que va a desarrollar la Iglesia en todo el mundo durante el Año de la fe. La votación definitiva tendrá lugar el sábado. El domingo, Benedicto XVI presidirá la Eucaristía de clausura del Sínodo

Ricardo Benjumea
Un momento de descanso en el Aula sinodal.

Diálogo con el mundo no creyente, fortalecimiento del ecumenismo, relaciones con el Islam, la presencia de la Iglesia en el ámbito de la cultura y de los medios de comunicación… La temática abordada en el Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana ha sido muy amplia y compleja. «¿Vivimos un cambio de época? ¿Una época con muchos cambios?», se preguntaba el arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez, al presentar las conclusiones de uno de los Círculos Menores, en los que se han dividido los Padres sinodales, para elaborar sus propuestas finales? «Lo que hace muchos años era suficiente en la acción pastoral, ahora no basta», constataba el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española. «La Iglesia necesita de nuevo obedecer el mandato misionero del Señor», y anunciar a Jesucristo «en todas las latitudes, a todos los sectores de la Humanidad, en sus desiertos espirituales, en sus riquezas y pobrezas».

Con todo, la mayor coincidencia ha sido en la necesidad, no tanto de nuevos métodos, sino de una conversión profunda, de modo que el testimonio de los creyentes sea creíble ante un mundo que no quiere oír discursos. «Hay una serie de temas muy persistentes en los que ha habido mucha unanimidad», explicaba el cardenal Rouco al programa informativo diocesano de Madrid, en la Cadena COPE. «Primero, la necesidad de que todos los miembros de la Iglesia vivan un momento de conversión fuerte y se propongan claramente que el objetivo de sus vidas es llegar a vivir la santidad que el Señor nos ofrece. Hay una estrecha relación entre el camino de santidad y la intensidad, riqueza y eficacia de la evangelización».

La vocación universal a la santidad, que el Papa destacó como gran mensaje del Concilio Vaticano II, vuelve a ser un mensaje central 50 años después. No se trata de un ideal utópico, aclara el arzobispo de Madrid. «La santidad pasa por la conversión, por el sacramento de la Penitencia. Y de este modo, no es una especie de ilusión más o menos romántica de alguien que quiere ser mejor, pero que no reconoce que necesita del perdón y de la misericordia de Dios».

El cardenal Wuerl habla con las hermanas Sarah Butler, profesora de teología, y Luisa Ciupa, responsable de catequesis en Ucrania.

«También la familia ha aparecido cada vez más como clave dentro de la vida de la Iglesia para el crecimiento en la fe, en la esperanza y en la caridad, también para que los cristianos puedan llevar al mundo el don y la alegría de la fe —añadía el cardenal—. En toda la geografía de la Iglesia en el mundo, se ha manifestado la preocupación por la familia y la convicción de que es clave en el proceso de la nueva evangelización».

El papel de las pequeñas comunidades vivas ha sido también muy resaltado. En ese sentido, se ha valorado y agradecido mucho el apostolado de los movimientos y nuevas realidades eclesiales, pero también ha habido numerosos llamamientos a fortalecer la vida de parroquia. A veces da la impresión —lamentaba don Jesús Higueras, párroco de Santa María de Caná (Pozuelo de Alarcón. Madrid)–, que el verdadero apostolado corresponde sólo a los movimientos, mientras que «la parroquia ha quedado para lo que algunos llaman el cristianismo de cumplimiento».

Para fortalecer la comunidad parroquial —añadía—, se necesita, «en primer lugar, recuperar la seriedad eucarística, evitando una «supuesta creatividad litúrgica» que, en último término, «llena de hastío a nuestros feligreses». Es necesario recuperar en muchos templos la adoración eucarística, y la celebración habitual y personal del sacramento de la Penitencia.

La parroquia requiere también hoy un esfuerzo adicional para «perder el miedo a construir» en cada una de ellas «la comunión eclesial que se da en la Iglesia universal. La parroquia es la casa de todos y para todos», y deben tener su espacio los distintos grupos, realidades, movimientos…, dice el párroco madrileño. Y añade a esto: «Hemos de cuidar de un modo especial a los sacerdotes, que tantas veces se encuentran solos y desconcertados ante un mundo e incluso unos fieles que cuestionan su identidad. Hemos de crear espacios donde los sacerdotes se sepan queridos y acompañados en la búsqueda de la santidad personal. Somos evangelizadores que deben ser evangelizados, y que proponemos con ilusión nuestra propia vocación y cualquier camino de santidad en la Iglesia».

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