La muerte empieza por los zapatos - Alfa y Omega

La muerte empieza por los zapatos

El estado de conservación de los restos encontrados impide dar muchas pistas que ayuden a estas madres buscadoras a encontrar a sus hijos desaparecidos. Ni siquiera los zapatos que se amontonan sirven para dar luz ante tanta angustia acumulada

Sandra Várez
Zapatos encontrados en el Rancho Izaguirre
Foto: Oficina del fiscal general de Jalisco.

El escritor Primo Levi, superviviente del Holocausto, decía que en los campos de exterminio la muerte empezaba por los zapatos. En Trilogía de Auschwitz describe el tormento insoportable que suponía caminar por la nieve y el fango con unos zapatos gastados y sin cordones; y ese ritual de buscar, entre el calzado usado de los muertos, un par que a uno le estuviera bien. La falta de cuero durante aquellos años de guerra convertía los zapatos en un producto escaso que había que rescatar antes de mandar a millones de seres humanos a los hornos crematorios. Desde entonces, ese calzado apilado se ha convertido en símbolo de la entrada al infierno.

Cualquiera diría, al contemplar esta imagen, que ha sido tomada en el Memorial de Auschwitz. Es también la huella del horror y la muerte, pero en este caso, nos lleva a otro campo de exterminio, el que se ha descubierto estos días en un rancho de Teuchitlán, en el estado de Jalisco. Un hallazgo al que se ha llegado por la insistencia de las llamadas «madres buscadoras» de México tras meses de silencios de las autoridades de un país con hasta 120.000 personas desaparecidas.

En el Rancho Izaguirre, un campo de entrenamiento donde en el mes de septiembre la Guardia Nacional ya había intervenido en una operación en la que se detuvo a diez personas, se rescató a dos secuestrados y se halló un cadáver, se han encontrado estos días restos de huesos, ropa, zapatos e, incluso, juguetes enterrados en un rectángulo de tierra seca de unos 5.000 metros cuadrados. 

Nadie sabe a cuántos muertos pertenecen esos restos, pero los relatos de algunos de los fugados del campo hablan de muchos, a manos, supuestamente del Cártel Jalisco de Nueva Generación, uno de los más poderosos del país que, como denuncia el Grupo de Guerreros Buscadores de ese estado, usa también los lugares de entrenamiento como auténticos campos de exterminio, donde, dicen, se hace desaparecer los cuerpos en hornos crematorios.

Algunas madres y guerreros buscadores llevan hasta una década intentando localizar a sus familiares desaparecidos. Hay morgues con cadáveres que llevan años sin identificar, a pesar del peregrinaje desesperado de sus familiares que han llegado a recorrer esos lugares una y otra vez ante la negligencia de las autoridades, como denunciaba estos días también el obispo auxiliar de México, el vallisoletano Javier Acero. De hecho, desde 2020 a 2023 aumentó un 44 % la cantidad de cuerpos sin identificar en las morgues de todo el país, donde hay una media de 70 asesinatos diarios, la mayoría por causa del narco.

El estado de conservación de los restos encontrados impide dar muchas pistas que ayuden a estas madres buscadoras a encontrar a sus hijos desaparecidos. Ni siquiera los zapatos que se amontonan sirven para dar luz ante tanta angustia acumulada. Sin embargo, muchas de estas madres se niegan a convertir este hallazgo en el fin de su búsqueda. Para ellas, aun en medio de tanto horror, la muerte no empieza por los zapatos.