«La matanza del pueblo congoleño no conmueve a nadie»
El cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, lamenta la indiferencia de la comunidad internacional por su país. El Papa recordó que varios cristianos han sido asesinados por odio a la fe en los últimos días
Kivu del Norte e Ituri siguen siendo el epicentro de la tragedia de la República Democrática del Congo. Estas regiones, en el este del país, sufren continuamente los ataques de grupos armados como el M23 o las Fuerzas Democráticas Aliadas que se disputan territorios ricos en materias primas y codiciados recursos naturales. Las principales víctimas de sus acciones son los civiles.
Como los casi 150 que han sido asesinados desde principios de junio. Unos 42 perdieron la vida a manos de las Fuerzas Democráticas Aliadas en el marco de un ataque que fue denunciado por el Papa Francisco durante el rezo del ángelus del domingo 15 de junio.
En una entrevista a los medios vaticanos, el cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, se confiesa apenado por toda esta situación de violencia atroz. Denuncia que «todo esto sucede en medio de una especie de indiferencia generalizada de la comunidad internacional», pese a la presencia de la MONUSCO, la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo. Por eso, lamenta que «la matanza del pueblo congoleño no conmueva a nadie».
A finales de 2023, la Organización Internacional para las Migraciones cifraba en casi 7 millones los desplazados internos en el país, la cifra más alta jamás registrada. Más del 80% se encuentran en el noreste del país. El purpurado congoleño también denuncia que la situación de estas personas parece importar poco o nada al resto del mundo y se pregunta: «¿Qué hemos hecho nosotros, el pueblo congoleño, para merecer este trato?».
Asesinados por odio a la fe
Los milicianos de las Fuerzas Democráticas Aliadas, que juraron lealtad al Dáesh en 2019, mataron a muchos de estos civiles por motivos religiosos. Ambongo también se pregunta cómo es posible que, en un país mayoritariamente cristiano, una minoría radical pueda asesinar de esta forma a inocentes y con total impunidad. Sin embargo, el cardenal desea distinguir entre los musulmanes con los que conviven día a día —«sería una injusticia meter a todos en el mismo saco»— y los radicales que se han asentado en Kivu del Norte. Asegura que lo han hecho con el apoyo de Uganda y de Ruanda.
Para el purpurado, estos cristianos asesinados por odio a la fe hace pocos días siguen la estela de otros mártires cristianos que entregaron su vida en el Congo, como los cuatro misioneros asesinados en Baraka y Fizi en 1964. Serán beatificados en agosto en la diócesis de Uvira.
«Creíamos que la sangre de los mártires de 1964 ayudaría al Congo a caminar hacia un futuro mejor. Por desgracia, 60 años después, vemos que la sangre del pueblo congoleño sigue corriendo y que nuevos mártires siguen cayendo en nuestro país», concluye el arzobispo de Kinshasa.