Obispo de Hong Kong: «La libertad religiosa no se ve afectada»
En medio del revuelo por la detención del cardenal Zen y los desafíos de la Ley de Seguridad Nacional, el nuevo obispo de Hong Kong tiene como prioridad el diálogo con los jóvenes
El cardenal Joseph Zen, detenido y puesto en libertad bajo fianza el 11 de mayo en Hong Kong, está «sano y con una profunda paz en el corazón». Lo asegura a Alfa y Omega Stephen Chow Sau-yan, desde diciembre obispo de la diócesis. «Lo visité hace unos días». Este martes se presentaron cargos contra el cardenal y cinco activistas por no registrar correctamente la ONG Fondo 612, de la que eran fideicomisos y que apoyaba a manifestantes prodemocracia detenidos.
Tras su detención, se habló de un delito de colaboración con una organización extranjera, que conlleva penas de cárcel. Los cargos actuales, en cambio, están castigados solo con una multa. «La diócesis ofrecerá» a Zen, ya nonagenario, «asistencia si es necesario o la pide», apunta su sucesor. De momento, «la implicación de la diócesis es nuestra sincera oración y seguimiento cercano».
7,3 millones
Budistas o taoístas, 27,9 %; protestantes, 6,7 %, y católicos, 5,3 %
Región administrativa especial, bajo la fórmula de «un país, dos sistemas»
El mismo martes, el cardenal celebró con la Comisión Justicia y Paz local una Misa con motivo de la Jornada de Oración por la Iglesia en China. La celebración principal de la diócesis fue la presidida por el también emérito cardenal John Tong Hon en la catedral. El objetivo, según la diócesis, era «rezar por la Iglesia en China y con la Iglesia en China». Para Bernardo Cervellera, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras en la ciudad y exdirector de la publicación AsiaNews, esta formulación manifiesta que «por un lado la Iglesia en Hong Kong es una Iglesia china, que sufre como su hermana» en el continente. Y que, «al mismo tiempo, muchas comunidades en China rezan» por los católicos de la región y por Zen.
El Papa se adelantó a la jornada el domingo, cuando después del Regina caeli manifestó su cercanía, atención y oración por «las vicisitudes de los fieles y los pastores» chinos, «a menudo complejas». Pidió rezar «para que la Iglesia en China, en libertad y tranquilidad, pueda vivir en comunión efectiva con la Iglesia universal» y anunciar «el Evangelio a todos, ofreciendo así también una contribución positiva al progreso espiritual y material de la sociedad».
«La gente se ha vuelto callada»
Cervellera volvió el año pasado a la antigua colonia británica, devuelta a China en 1997. Después de 25 años fuera, ha encontrado «una ciudad internacional» todavía vibrante, diversa y con esperanza. Pero «refrenada por la COVID-19 y los problemas económicos», además de por la Ley de Seguridad Nacional de 2020. Esta norma tiene una definición tan vaga de delitos como el terrorismo que «afecta a toda la sociedad», incluyendo «la libertad de expresión y de prensa», además de dar «un poder más amplio a la Policía». Todo ello hace que «la gente se haya vuelto muy prudente y callada». Algunos líderes democráticos llevan ya dos años en la cárcel «sin una acusación clara y sin que haya empezado el juicio». Los que son cristianos, «viven este tiempo con una gran fe, como testigos de Cristo».
«Muchos piensan que, en el futuro cercano, habrá cada vez más restricciones a la libertad religiosa», apunta el misionero. Sin embargo, el obispo asegura que «hasta ahora no hemos encontrado que se esté viendo afectada». La libertad religiosa «es uno de los derechos fundamentales que disfrutan los residentes en Hong Kong» y «está protegida en la Ley Básica» de la región autónoma. Con todo, la diócesis no celebrará este año Misas en memoria de la masacre de Tiananmén (1989), como era costumbre el 4 de junio. En febrero, en su primera entrevista tras ser ordenado, el obispo afirmó que «Hong Kong está cambiando, y cuando el contexto cambia, hace falta adaptar las prioridades». Ahora, matiza a este semanario que «las prioridades de la Iglesia no han cambiado».
Como una jirafa
Nacido en la antigua colonia en 1959 y jesuita desde 1984, justo antes de su nombramiento Chow fue durante tres años superior de la provincia china de la Compañía. De su larga historia de misión en Asia, «lo que he aprendido y me gustaría introducir en la diócesis» se expresa en su escudo: «ser un puente»; un dibujo que representa «la unidad en la diversidad», y una jirafa, animal «de gran corazón» y capaz de mirar «un horizonte amplio».
Cervellera lo describe como «una persona muy cultivada y con un intelecto brillante», que se ha encontrado «una comunidad dividida entre quienes piensan que como chinos debemos obedecer totalmente a China», voluntariamente o al menos sobre el papel, y los que defienden que «la gente y sus derechos están por delante del Estado». En esta situación, «ha puesto como principales compromisos de la diócesis la reconciliación y a los jóvenes», que sufren por «el desempleo y la falta de viviendas públicas y de perspectivas de libertad».
El mismo obispo detalla a este semanario su esperanza de que «la comunidad católica dialogue más con los jóvenes para encontrar la forma de hacer cosas de una manera buena y productiva, a través de una escucha empática». Un desafío muy relacionado con el educativo. La Iglesia cuenta en Hong Kong con más de 300 centros, a los que durante las protestas de 2019 se atribuyó un papel fundamental de movilización. Por eso, añade Cervellera, las injerencias son cada vez mayores y «la situación es muy delicada».
El mismo Chow estuvo años al frente de los centros de los jesuitas, e intentó garantizar su autonomía. En los últimos meses, ha explicado que el objetivo es ayudar a los jóvenes a «madurar un pensamiento independiente», pero desde la conciencia de «qué es legal y qué no» para «no ponerlos en peligro». Por eso, subraya a Alfa y Omega que «uno de los desafíos a los que nos enfrentamos es que muchos maestros experimentados han emigrado», y resulta difícil contratar buenos docentes y directores.