«La ley de eutanasia está produciendo un efecto llamada»
Crecen un 25 % en un año las peticiones de eutanasia en España según datos del Observatorio de Bioética de la UCV. «La dejación en cuidados paliativos es la gasolina de esta práctica», denuncia su director
El último informe del Ministerio de Sanidad sobre la prestación de ayuda a morir mostró un aumento del 25 % de peticiones de eutanasia en 2023 con respecto al año anterior. Si ese año se presentaron 766 solicitudes, en 2022 fueron 576, por 173 de 2021. Para Julio Tudela, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, «estamos ante una pendiente resbaladiza».
¿Se está produciendo un efecto llamada en relación con la eutanasia?
Sin duda es un efecto llamada. Se trata de un fenómeno constante tras la legalización de la eutanasia, una pendiente resbaladiza. Este positivismo jurídico al aprobar una conducta hasta ahora considerada ilícita produce que muchos ciudadanos perciban que ahora está aceptado éticamente. Es una confusión entre lo legal y lo ético.
¿Afecta también a los profesionales del sector sanitario?
También, por supuesto. Cuando una conducta la legalizas, creas una percepción de que lo que antes era malo ahora es bueno, y eso aumenta la permisividad. Pasó con el aborto, por ejemplo. Es un error de percepción de que lo legal es lo ético. Lo que pone manifiesto es que los sanitarios también necesitan una formación ética urgente.
¿Este fenómeno se ha observado también en otros lugares del mundo?
En todos los países donde se ha legalizado la eutanasia lo que ha venido después ha sido una relajación en las exigencias. Al principio, las condiciones para acceder a ella son muy severas, sobre todo el sufrimiento incomparable y el estado terminal. Pero esos requisitos se relajan con el tiempo y eso hace que se incorporen más candidatos a la eutanasia. Por ejemplo, ya hay países en los que los enfermos mentales también la pueden recibir, aunque no estén agonizantes ni sufran dolor. Y en otros se aplica también a niños mayores de 12 años, que por su naturaleza son incapaces de dar un consentimiento libre. Y ahora están sopesando ampliarla a menores de 12 años. También se está aplicando la eutanasia a personas simplemente cansadas de vivir… A esto es a lo que vamos.
Eso la está convirtiendo en un derecho de facto…
Es el derecho a morir cuando uno quiera, y que poco a poco se está extendiendo a toda la población. Y ojo: nadie te lo puede negar…
¿Los profesionales están atados de manos?
Constitucionalmente, pueden acogerse a la objeción de conciencia. Nadie te puede obligar a procurar la muerte de otro. Hay precedentes legales con el aborto, en los que se reconoce este derecho del profesional a negarse a hacerlo. Pero nuestro Gobierno y las corrientes que lo apoyan están promoviendo eliminar la posibilidad de ejercer este derecho. Quieren obligar a los profesionales a practicar abortos y después, sin duda, la eutanasia. Esto es sectario y liberticida, y va contra la Constitución y los mismos derechos humanos. No puede coexistir el derecho a la vida y el derecho a matar; es contradictorio. Aunque hoy por hoy, a los sanitarios los ampara el derecho a la objeción de conciencia, y esperemos que esto siga así…
¿Qué relación tiene este aumento de las peticiones de eutanasia con los cuidados paliativos?
Hay una relación directa: la eutanasia aumenta, entre otros factores, por la situación de dejación absoluta en la que están en España los cuidados paliativos. Seguimos sin dar pasos eficaces en este sentido. Y son el antídoto de la eutanasia. Cuando la gente quiere morir es porque no quiere sufrir, pero en vez de aliviar su sufrimiento lo único que les ofrecemos es la muerte. Es muy triste que 70.000 pacientes mueran en España cada año con dolor evitable porque no reciben atención paliativa de calidad. Esto es la gasolina de la eutanasia.