La inseguridad ataca a los cristianos en Nigeria
El aumento de los ataques contra párrocos constata la inseguridad en Nigeria y aumenta el miedo de los cristianos, que ahora temen que el nuevo Gobierno encabezado por dos políticos musulmanes aísle sus derechos
El 5 de junio de 2022 unos 1.200 feligreses acudieron, como cada domingo, a Misa a la iglesia de San Francisco en Owo, al suroeste de Nigeria. A las 11:30 horas, cuando se alineaban para recibir el Cuerpo de Cristo, se escucharon los primeros disparos. «Intentaron entrar en el templo disparando y empezaron a lanzar granadas de mano hacia el santuario, que es donde estaba la gente», contaba después de lo sucedido el sacerdote Vincent Anadi. Él pudo sobrevivir, pero al menos 50 personas fallecieron a causa del ataque de otras cinco, que más tarde serían detenidas. Este no era un ataque aislado contra centros de culto cristiano, pero su magnitud fue tal que la repercusión fue mayor e intervino incluso el presidente, Muhamadu Buhari: «Solo desalmados del inframundo pueden haber concebido y perpetrado este vil ataque». Dos semanas antes, dos párrocos habían sido secuestrados en Katsina, de donde procede Buhari, que profesa el islam. Sus palabras eran una llamada a condenar la creciente inseguridad que sufren los cristianos y a disociar a los perpetradores con la religión musulmana.
Los motivos detrás del ataque en Owo no han quedado esclarecidos, pero Anthony Godonou, director de comunicación de la archidiócesis de Lagos asegura que era por una ofensiva contra el pillaje en la zona. «Los robos y secuestros no son solo contra cristianos. Esto fue en respuesta a las fuerzas Amotekun que entran en los bosques y dispersan a los bandidos», asegura el sacerdote Godonu. La Operación Amotekun es un cuerpo parapolicial formado en enero de 2020 por los gobiernos de las seis regiones del suroeste del país destinado a frenar la creciente inseguridad en el país.
A la insurgencia yihadista de Boko Haram en el noreste se le ha sumado un creciente negocio de secuestros que ha aumentado la violencia. En el año 2022, 4.545 personas fueron asesinadas y 4.611 secuestradas, con más de 1,3 millones de euros recaudados por rescates entre el verano de 2021 y 2022. «Hay dos tipos de ataques: por un lado el nivel de desempleo hace que muchos jóvenes se conviertan en bandidos y hagan secuestros, pero, por otro lado, hay una potencial agenda musulmana para acabar con la población cristiana», explica Godonu desde su despacho parroquial en la iglesia de la Presentación, en Festac Town, a las afueras de Lagos.
El 15 de enero de 2023, atacantes entraron de madrugada en San Pedro y San Pablo en Kafin Koro, en el centro de Nigeria, y quemaron la parroquia y la casa del párroco, Isaac Achi, que murió. Este era el primer ataque del año contra un sacerdote y confirmaba la preocupante tendencia del año anterior.
En 2022, 39 curas fueron asesinados y otros 34 secuestrados en 145 atentados. Los ataques se repartieron por todo el país y los perpetraron todo tipo de agresores: secuestradores, pastores fulani, independentistas de Biafra, terroristas de Boko Haram y bandidos. El único nexo en común era el ataque contra cristianos. «Es muy difícil asegurar la protección. Hacemos seminarios de seguridad para sacerdotes a cargo de congregaciones y tomamos medidas de seguridad», asegura Godonu. Las puertas de la Presentación están normalmente cerradas y un guardia custodia la entrada. Los domingos se aseguran de cachear a las en torno a 2.000 personas que acuden a Misa en la planta baja de un templo que está en construcción y se prevé acabar en dos años si consiguen fondos. «Aquí no, pero en algunos centros hay sacerdotes armados. No es lo correcto y lo sabemos, pero es lo que hay. Dios protege, pero tenemos que tomar medidas proactivas también», se lamenta Godonu, quien afirma susurrando hasta tres veces al ser preguntado si pasa miedo: «Sí, sí, sí. Aunque generalmente me sienta seguro en Lagos, debes convivir con el miedo».
Lagos es una urbe multicultural de más de 20 millones de personas donde conviven musulmanes y cristianos, aunque los segundos son la gran mayoría, con más de tres de cada cuatro personas. Nigeria se divide prácticamente a partes iguales entre población musulmana y cristiana, con más de 100 millones de feligreses cada uno. El islam se profesa mayoritariamente en el norte, mientras el cristianismo se aglutina en el sur. El rápido crecimiento de la población hace que ambas religiones crezcan, pero la musulmana lo hace a mayor ritmo y hay cálculos de que para 2050 la brecha se acentúe, con los cristianos bajando por debajo del 40 % de la población. A pesar de ser un Estado aconfesional, la religión vertebra la vida social y política del país. Tradicionalmente, el presidente es de una religión y su vicepresidente de otra, pero tras las elecciones de 2023 ambos serán musulmanes por primera vez. Este hecho preocupa a algunos cristianos como Justice, que dice que «no es lo correcto» y en sus 28 años de vida no ha visto nada igual. «Yo mismo no estoy contento con los resultados. Las personas están recelosas hasta que vean cómo se desenvuelve el nuevo Gobierno; no hay nada seguro», añade Godonu. Doce gobiernos regionales del norte incluyen en la legislación civil la sharía desde 1999 y algunos cristianos temen que se intente promover desde el Gobierno. «No pueden forzarla ni siquiera en el centro del país, por no hablar del sur. Si intentan algo lo harán en secreto, pero resistiremos. No podrán llamar a Nigeria la República Federal Islámica, a no ser que quieran una guerra civil», dice el padre.
Ahora, el miedo acecha a unos cristianos, pero a pesar de ello desde ambas congregaciones mandan un mensaje de calma y unidad. «No se puede perder la esperanza, son cuatro años y aunque no se les votara son nuestros líderes», asegura el director de comunicación de la archidiócesis de Lagos, que desde el semanario The Catholic Herald y las redes sociales ha pedido calma a los cristianos enfadados con la situación política.
A pocos kilómetros de allí, en la mezquita de Aduwo Odowe, el imán Yusuf dice que no importa la religión de los líderes. «Si el resultado es una pareja de presidente y vicepresidente musulmán y musulmán, es el deseo de Dios, y si es cristiano y cristiano también es el deseo de Dios. Si se entiende eso no hay problema», asegura, y manda un mensaje de calma a sus compañeros cristianos. «Alá creó a musulmanes y no musulmanes porque quería que convivieramos», finaliza.