La infanta Elena asiste al Jubileo de las Corporaciones Nobiliarias en la Almudena
En su homilía, el cardenal Cobo ha recordado a los participantes que «no hay mayor nobleza que la práctica de la virtud»
«Alteza real y miembros de todas las corporaciones nobiliarias que hoy os reunís aquí con los sacerdotes y fieles que venimos a la catedral en este año jubilar: Ex virtute, nobilitas, reza vuestro lema. Es verdad, no hay mayor nobleza que la práctica de la virtud». Son las palabras con las que el cardenal Cobo ha comenzado en la tarde de este viernes su homilía durante la Misa por el Jubileo de las Corporaciones Nobiliarias. A la cita ha acudido, aparte de numerosos nobles de Madrid, la infanta Elena.

Según ha apuntado el arzobispo de Madrid, «para los cristianos las virtudes se transmiten no por la sangre sino a través del testimonio de una vida ejemplar». Y ha definido «las obras y las palabras» como «los surcos por los que el Evangelio ha podido sembrarse en todas las épocas de la historia». «Eso es lo que hoy, en este Jubileo, pedimos para todas las corporaciones y para todos los cristianos», ha explicado el cardenal.

La oración y la penitencia «nos limpian los ojos»
José Cobo ha explicado a los asistentes a la catedral de la Almudena «en esta Eucaristía jubilar que de forma singular celebramos cada 25 años» que «ser cristiano con perspectiva social significa dejar que el Espíritu Santo vaya poco a poco transformando el corazón para que la autoridad se vuelva servicio, la dignidad se vuelva cercanía y la tradición se vuelva misión».

El arzobispo de Madrid ha compartido con las corporaciones nobiliarias las dos herramientas que considera fundamentales para aprovechar este año jubilar. Son «la oración y la penitencia». «Es lo que nos limpia los ojos para que aprendamos a ver dónde está el bien», ha descrito. Y ha añadido que «nos ayudan a ver dónde están los signos de Dios en medio del bosque» que a veces nos lleva «a confundir el bien con el mal».

«Jesús no destruye lo noble»
«Jesús nos llama a estar con él, no solo a su lado sino insertos en el proyecto que tiene», ha proseguido el purpurado. Y retomando el hilo conductor con el que ha comenzado su homilía, ha recalcado cómo Cristo «no destruye lo noble sino que lo purifica» y «no niega la historia sino que la transforma en servicio».

En ese sentido ha compartido una nueva definición de esta condición. «Para Jesús la verdadera nobleza cristiana no se mide tanto por los títulos ni la genealogía sino por transformarnos para tender la mano y vivir la caridad con discreción y alegría». Después se ha detenido en las señas de identidad que caracterizan a las corporaciones nobiliarias: «Valor, legalidad, honor, cortesía, conocimiento de la historia y auxilio de los pobres».

Finalmente, desgranando en qué consiste este año jubilar, ha explicado que «en este 2025 la Iglesia ha querido poner en valor la virtud teologal de la esperanza». «Todos somos convocados. Y os invito especialmente a cada uno de vosotros a ser personas de esperanza», ha concluido.