En el mundo hoy «la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía» y, mientras «millones de personas sufren y mueren de hambre» y «se desechan toneladas de alimentos». Así, aunque se han producido avances en las últimas décadas, «todavía estamos lejos de una globalización de los derechos humanos más básicos», como subraya el Papa en Fratelli tutti.
Lo peor no es que ahora, con la irrupción del coronavirus, este drama pase todavía más desapercibido, sino que encima se está agravando. Según denuncia Manos Unidas, a principios de 2020, 1.300 millones de personas, principalmente de Asia del sur y África subsahariana, sufrían «pobreza multidimensional» y la cifra podría aumentar en 500 millones a causa de la pandemia de la COVID-19.
En su nueva campaña contra el hambre, que arranca esta semana, la ONG para el desarrollo de la Iglesia católica de España invita a salir de la indiferencia, pararse, replantearse los propios estilos de vida y aportar, cada uno en la medida de sus posibilidades, ayuda frente a esta lacra. Se trata de contagiar solidaridad.