La Iglesia profesionaliza su intervención en crisis matrimoniales - Alfa y Omega

La Iglesia profesionaliza su intervención en crisis matrimoniales

El Servicio de Acompañamiento y Mediación Familiar Canónica de Valencia acaba de presentar un protocolo de actuación que ha suscitado interés incluso fuera de nuestro país

José Calderero de Aldecoa
Foto de recurso de una pareja enfadada
Foot: Freepik.

Valencia, y con ella toda España, lleva varios días conmocionada con el asesinato de Algemesí. En la localidad, cuyo nombre se popularizó tras ser duramente golpeada por la DANA, se produjo la semana pasada un brutal crimen. Una mujer recibió una decena de puñaladas por la espalda. Y su hijo, con tan solo 3 años, fue estrangulado, al parecer, con el cable de un cargador de móvil. Por los hechos fue detenida la pareja de ella —y padre del niño—, quien ya ha pasado a disposición judicial para determinar su implicación en lo ocurrido.

El asesinato de Alejandra Villegas sucedió, según han relatado las amigas de la víctima, después de que esta le diera un plazo de un mes a su pareja para irse de casa después de años de maltrato. Por lo visto, el presunto asesino no aceptó la ruptura de la relación y terminó cometiendo «una barbaridad», dijo a los agentes que procedieron a su detención. «Estoy muy deprimido porque nos estamos separando».

El caso revela el grave problema que existe en España con la violencia en un entorno en el que debería primar el amor. El crimen es el número 17 perpetrado por un hombre contra su pareja sentimental este año. En 2024 fueron asesinadas 48 mujeres, y 1.311 desde que se comenzaron a registrar las cifras, en 2003. 

Por otra parte, las últimas palabras del detenido ponen el foco en el ámbito de las separaciones y los divorcios, una realidad cada vez más presente en nuestro país. Los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial hablan de más de 95.000 matrimonio rotos en 2024. Es un aumento del 3,6 % en un año. 

Las cuatro fases del Protocolo de Acompañamiento Familiar de los matrimonios que acompañan

Estudio y valoración del caso: hay que detectar las necesidades y activar el acompañamiento necesario.

Primera reunión: puede ser individual o conjunta en función del nivel de crisis de la pareja.

Acompañamiento continuo: en esta etapa son claves la escucha activa y empatizar sin juzgar.

Seguimiento: el matrimonio en crisis avanza en su proceso y los acompañantes se sitúan en la retaguardia.

Uno de los peores meses, en este sentido, es septiembre. El verano es, estadísticamente hablando, el peor momento del año para los matrimonios que están en crisis. «Es el mes en el que más separaciones se producen», asegura Tomás Peláez, reconocido psicólogo y terapeuta familiar, que fue uno de los ponentes del III Encuentro de Formación Permanente del Servicio de Acompañamiento y Mediación Familiar Canónica (SAMIC), que reunió del 5 al 12 de junio a más de 200 personas de 24 diócesis españolas distintas. «Incluso asistieron tres miembros de Iglesias extranjeras: México, Polonia y Brasil», puntualiza Jorge García Montagud, director del SAMIC y testigo de cómo la iniciativa ha ido creciendo tanto dentro como fuera de los límites territoriales de nuestro país. 

La expansión del SAMIC va en línea con el aumento de los casos. «Cada vez atendemos a más personas», reconoce Montagud. Incluso en verano. «Tenemos un abogado, un mediador y un psicólogo siempre de guardia», asegura el director. Desde este servicio de acompañamiento, que nació en la Iglesia de Valencia en 2017, se dieron cuenta de que en las vacaciones se producían muchas situaciones de conflicto y respondieron quitando el cartel de «cerrado».

En la intervención durante el periodo estival es clave el apoyo de los matrimonios que acompañan, una figura novedosa puesta en marcha por el SAMIC que complementa la labor del equipo profesional y que está dando muy buenos resultados. «Observamos más casos de reconciliación», asevera García. En el verano, mucha de esta ayuda entre matrimonios no siempre se puede prestar presencialmente, pero un mensaje a tiempo, una llamada para orientar en un momento delicado, es siempre un gesto que quienes están en medio de una crisis agradecen mucho. «Sienten que no están solos en este momento y esto los reconforta», asegura el director del SAMIC.

Unir la actuación

Ante el éxito de la propuesta, el SAMIC ha desarrollado un Protocolo de Acompañamiento Familiar de los matrimonios que acompañan —así se titula— para parametrizar su actuación; aunque «todas las intervenciones se tienen que adaptar a la individualidad de la persona a la que estamos ayudando», puntualiza en conversación con Alfa y Omega Beatriz Puga, que es psicóloga, mediadora familiar y una de las encargadas de la redacción del texto. «Unifica las intervenciones con independencia de a quién se le ha asignado el caso» y «da mucha seguridad a las personas que están haciendo los acompañamientos para tener una base sólida sobre la que trabajar», explica Puga.

El  documento fue presentado oficialmente durante el III Encuentro de Formación Permanente del SAMIC bajo la premisa de que se trata de una labor sobre cuya importancia la Iglesia, la española y también la universal, está cada vez más concienciada a la luz de los cambios sociales y antropológicos que se suceden en la actualidad. En un ámbito donde la gente sufre tanto, no es suficiente con la buena voluntad. «No basta con tener intención de hacer las cosas bien», sino que «es necesaria una formación que permita entender a la familia y al individuo para poder acompañar con verdadero criterio y amor», opina la psicóloga.

De esta forma, el protocolo se detiene en cuatro etapas. Primer hay una fase de valoración y estudio del caso. «Se recibe a la persona que pide ayuda, se detectan las necesidades que tiene y se activa un tipo de acompañamiento u otro en función de estas», resume Puga. A partir de ahí, se produce la primera reunión, «que puede ser individual —el marido del matrimonio acompañante se encuentra con el marido del que ha solicitado la intervención y la mujer con la mujer— o en sesiones conjuntas dependiendo del nivel de crisis de la pareja y de otras circunstancias». La tercera etapa se centra en el acompañamiento continuo: «La idea del protocolo es invitar a que los matrimonios acompañantes hagan una muy buena escucha activa, en la que empaticen sin juzgar y vayan ayudando a los miembros del matrimonio a ser conscientes de su propia responsabilidad en la crisis». Por último, el protocolo concluye con la etapa de seguimiento, que es aquella en la que el matrimonio en crisis va avanzando en su proceso de reconciliación y, por su parte, el matrimonio acompañante adopta una posición más de retaguardia. «Se trata de dejarles claro que no están solos, que la Iglesia siempre va a caminar a su lado».

RELACIONADO