La Iglesia no se cae, porque hay mucha santidad cotidiana - Alfa y Omega

La Iglesia no se cae, porque hay mucha santidad cotidiana

En su primer encuentro con el clero romano, el pasado 16 de septiembre, en la basílica de San Juan de Letrán, el Papa Francisco realizó una interesante reflexión sobre la fatiga del sacerdote y respondió a varias preguntas que le hicieron los sacerdotes diocesanos de Roma. El Santo Padre se mostró en todo momento cercano y directo, fiel al estilo al que nos tiene acostumbrados desde el inicio de su pontificado

Iván de Vargas
Un momento del encuentro del Papa con los sacerdotes en la basílica de San Juan de Letrán.

En una catedral de Roma abarrotada de sacerdotes, este lunes el Pontífice argentino recordó sus experiencias personales en Buenos Aires, y pidió de manera particular que rezaran por él. Sobre todo, el 21 de septiembre, fiesta de San Mateo. Porque ese día, hace sesenta años, el joven Jorge Mario Bergoglio descubrió su vocación al sacerdocio. «También ahora que soy Papa, me siento sacerdote», confió a todos los presentes. Asimismo, reveló que jamás había tenido la tentación de sentirse más importante desde que fue elegido como sucesor de Pedro.

Durante su intervención, invitó a los presbíteros a ser «valientes», a tener una «creatividad justa», que no significa hacer algo nuevo a la fuerza, para llegar a la necesaria «conversión pastoral». Ser sacerdote, aseguró, significa trabajar mucho, porque la gente tiene hoy más que nunca muchas exigencias. Y la sensación de fatiga, añadió, comprende para el sacerdote también «preguntas fuertes sobre sí mismo», sobre la «bondad» de la propia vocación y sobre las renuncias que ella comporta, la primera de todas la paternidad biológica. Pero es una fatiga que el sacerdote vive y supera con todo su ser. Frente a esta fatiga, existe sólo la respuesta de Jesús: ir al encuentro de los pobres, anunciar el Evangelio y seguir adelante. La oración ante el sagrario y la cercanía a los demás sacerdotes, empezando por el propio obispo, son también un antídoto eficaz, en los momentos de mayor fatiga. Ciertamente, reconoció, la «mirada misericordiosa» de Cristo sostiene al sacerdote en la fatiga cotidiana de su misión.

Pastores, no funcionarios

El Santo Padre señaló también que las parroquias deben ser siempre «abiertas y acogedoras», con el confesor a disposición. También los laicos que se ocupan de la administración deben mostrar a la gente «el rostro acogedor de la Iglesia». Se trata, en sustancia, de hallar siempre «nuevos caminos» para que el Evangelio sea anunciado y testimoniado en las realidades de la vida cotidiana. Así, recomendó el Pontífice, es importante buscar nuevos caminos, adecuados a las personas a las que se dirige: facilitando, por ejemplo, la participación en los cursos pre-bautismales e involucrando a los laicos en misiones de barrio. En una gran ciudad como Roma, reconoció, la acogida cordial no es siempre fácil de organizar. Pero las personas, recalcó con fuerza, no deben tener jamás la impresión de hallarse frente a «funcionarios con intereses económicos y no espirituales». Con gran humildad y sencillez, pidió a los sacerdotes «decir la verdad», sin dejar nunca solas las personas en dificultad.

En sus respuestas a las preguntas realizadas por el padre Carbonaro, don Mortigliengo, don Le Pera, don Sparapani y don Brienza, el Papa no ocultó los problemas y los escándalos, algunos gravísimos, como la pedofilia, que afectan a la Iglesia. Pero la Iglesia no se cae, aseguró. Y no se cae porque hoy, como siempre, hay mucha «santidad cotidiana»; hay muchas mujeres y muchos hombres que viven la fe en la vida de cada día. Y «la santidad es más fuerte que los escándalos». En esta línea, recordó la existencia de santos que son reconocidos por quienes incluso no son católicos, como la Madre Teresa de Calcuta.

Valentía pastoral

El obispo de Roma afrontó también las cuestiones relativas al matrimonio y la familia. Así, propuso la creación de «cursos personales» para las parejas que quieren casarse, pero que no pueden frecuentar los cursos prematrimoniales porque trabajan hasta tarde. Son una prioridad porque son verdaderas periferias existenciales. En este sentido, afrontó las cuestiones relativas a la nulidad del matrimonio, un tema ya abordado por Benedicto XVI. E hizo saber que hay propuestas, estudios y profundizaciones en curso. De ello hablarán, en octubre, el grupo de los ocho cardenales y el próximo Sínodo de los Obispos. Estas situaciones, concluyó, exigen «valentía pastoral, siempre en la verdad y en la justicia».

Al término de este entrañable encuentro de familia, que se prolongó durante más de dos horas, la diócesis de Roma obsequió al Papa con una imagen de san Francisco que sostiene a la Iglesia, obra del párroco don Massimo Tellan. Antes de regresar al Vaticano, el Papa Francisco saludó a los frailes menores que realizan la labor de confesar en la basílica catedral de Roma.