La Iglesia mexicana busca un compromiso nacional por la paz
México se encuentra inmerso en la campaña electoral para junio. Iglesia y sociedad civil han propuesto a los candidatos presidenciales una agenda por la paz, redactada colectivamente y recogiendo voces de todo el país
México se enfrenta en la actualidad a lo que probablemente sea la peor crisis de violencia de su historia contemporánea. Las desapariciones forzosas, los asesinatos a sangre fría, el narcotráfico dominante o el tráfico de armas son solo algunos de los flecos que apuntan a una necesidad urgente de cambio. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el año 2023 cerró con 30.523 asesinatos en el país, sumando más de 94 muertes diarias de media. Unas cifras escalofriantes que se materializan en rostros concretos, sufrimiento y pérdida de vidas humanas.
En este contexto nace el movimiento Diálogo Nacional por la Paz, firmemente decidido a tender puentes en México. Formado por jóvenes, víctimas de la violencia, representantes de pueblos indígenas y trabajadores de diferentes ámbitos, tienen un compromiso, «persistir en establecer las condiciones fundamentales para la paz», explican en su página web. Por ello, han estado durante un año y medio recopilando las voces de más de 20.000 personas y 1.600 instituciones sobre la situación y las necesidades del país y han pasado a la segunda fase: la acción. Han redactado de forma colectiva un documento amplio y ambicioso llamado Agenda Nacional de Paz, con propuestas concretas elaboradas por un equipo de 50 expertos y con un doble objetivo: reunir las necesidades recogidas en foros y coloquios de todo México e invitar a toda la población a trabajar en favor de la paz.
El pasado lunes, las organizaciones pertenecientes a este movimiento se reunieron con los candidatos presidenciales para las próximas elecciones en un encuentro en el Centro Cultural de Tlatelolco, en la Ciudad de México. En el acto se les entregó el documento y firmaron este Compromiso Nacional por la Paz con las estrategias políticas a seguir. «Queremos hacerles ver que estamos preocupados por la fragmentación del tejido social. Como Iglesia, queremos mostrar que es posible el diálogo entre diferentes», afirma para Alfa y Omega Jorge Atilano González, jesuita y director de Diálogo Nacional por la Paz. Además, y después de esta convocatoria, esta agenda se entregará también a instituciones públicas y privadas, así como a universidades, empresas, trabajadores, parroquias y vecinos para crear entre todos un punto de partida para el diálogo.
Algunas de las medidas se centran en la juventud y en crear espacios sanos donde sea posible convivir sin el uso de drogas, así como tratamientos para las adicciones o la creación de programas de capacitación y empleo dignos, poniendo énfasis en unas condiciones laborales decentes y en la conciliación. También hay medidas enfocadas a políticas de cuidado, la reforma del sistema penitenciario y a la migración, tan presente en el país. En ellas, sugieren «asignar presupuestos a políticas migratorias enfocadas a atender necesidades reales» y de acogida, asegurando que los migrantes enriquecen las culturas y sociedades. Con un análisis exhaustivo de la situación en el país, el texto plantea que las causas de la descomposición social y política de México nacen de unas violencias estructurales que impiden el desarrollo humano integral.
Se trata de unos objetivos mínimos, pero a la vez «potentes e integrales», que plantean medidas que son realistas y se pueden realizar en el corto, medio y largo plazo. Sin tener ningún sello político y abiertas a ser enriquecidas. Tal y como explica a este semanario Ramón Castro, obispo de Cuernavaca y secretario general de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), «estas propuestas son de matriz ciudadana, son expresiones humanistas que vienen del hartazgo y del sentido común», y añade que «para enfrentar al crimen organizado, con todo su poderío económico, armamentístico y logístico necesitamos una acción gubernamental de gran calado e inteligencia. Queremos que los políticos sepan que van a estar perfectamente vigilados», concluye Castro.
Sin duda, México anhela la paz y la implicación de la Iglesia en ello es incansable. Es necesario abrir los ojos y aumentar la sensibilidad para construir la paz en un país dolorido, herido y cansado.