La Iglesia en Oriente Próximo mira al sínodo con esperanza. Cristo no puede ser un desconocido en su tierra
Si la Iglesia no hace algo, Cristo será un desconocido o un personaje histórico confuso y lejano para los habitantes de Oriente Próximo. Los católicos de esos países, en los que surgió el cristianismo, no son hoy más que el 1,6 % de la población. En proporción, su número no ha dejado de disminuir desde la Segunda Guerra Mundial, y lo mismo sucede con sus hermanos ortodoxos
Los católicos en Tierra Santa y en las regiones vecinas, allí donde nació el cristianismo, no son hoy más que el 1,6 % de la población. Se entiende así la importancia que atribuye Benedicto XVI al Sínodo de Obispos de Oriente Medio, de todas las Iglesias unidas a Roma, un acontecimiento sin precedentes en la Historia, que inauguró en el Vaticano, el domingo pasado, y que clausurará el 24 de octubre. En la Asamblea episcopal participan 185 padres sinodales, entre los cuales hay 9 Patriarcas, 19 cardenales, 65 arzobispos, 10 arzobispos titulares, 53 obispos, 21 obispos auxiliares, 87 religiosos, de los cuales 4 han sido elegidos por la Unión de Superiores Generales. Asimismo están presentes 36 expertos y 34 auditores, mujeres y hombres. Su experiencia representará una importante contribución a las reflexiones sinodales.
Dado que en Oriente Medio la población mayoritaria es musulmana, y cuenta con importante representación judía, Benedicto XVI ha invitado a participar en el Sínodo a personalidades de ambos credos. Por parte judía, el representante es el rabino David Rosen, director del Departamento para los Asuntos interreligiosos del American Jewish Committee. Por parte islámica, intervienen ante la cumbre católica Muhammad al-Sammak, consejero político del Gran Muftí del Líbano para el Islam sunní, y el Ayatolá Seyed Mostafa Mohaghegh Ahmadabadi, profesor de la Facultad de Derecho de la Shahid Beheshti University, de Teherán, y miembro de la Academia Iraní de las Ciencias, para el Islam chií.
Oriente Próximo nos queda algo lejos. Un poco más allá del pago de la hipoteca, del viaje de fin de semana y de lo que echan en la tele esta noche. Los cristianos en Oriente Próximo apenas tienen un rostro para nosotros. Por eso, como una de las actividades paralelas al Sínodo, que se celebra estos días en Roma, se ha organizado la exposición fotográfica Abana-Padrenuestro, en la que se lanza una mirada a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, de Irán y de la Península arábiga. Las fotos, de Fabio Proverbio, suponen un instrumento necesario para comprender los desafíos que tienen ante sí los obispos reunidos en el Sínodo, y colocar sobre la mesa los principales problemas que viven los cristianos en esta parte del mundo: el derecho a la libertad religiosa, el conflicto palestino-israelí, la emigración y la diáspora, las relaciones con el Islam y con el judaísmo, las relaciones entre las Iglesias de las diferentes confesiones cristianas, la defensas de la presencia cristiana en países de mayoría musulmana, la tutela de santuarios cristianos y la responsabilidad del testimonio y del anuncio.
Entre las fotografías de la muestra, éstas que aquí ofrecemos (en la galería inferior): un niño palestino observa a Benedicto XVI detrás de un muro en Belén, durante su Visita de 2009; una mujer copta reza ante la imagen de la Virgen en la iglesia católica de Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos); y celebración de la Pascua ortodoxa en Gaza.
Según ha explicado a Alfa y Omega el arzobispo Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos, estas invitaciones buscan alcanzar uno de los frutos del sínodo: ser un «signo de la disponibilidad de la Iglesia católica para continuar el diálogo con el judaísmo con el que los cristianos tienen relaciones del todo especiales, así como con el Islam, tan presente en la región de Oriente Medio». Ahora bien —añade—, este sínodo no sólo busca reunir a los prelados y patriarcas de esa región, sino que además quiere ser un llamamiento a todos los cristianos del planeta para que «sostengan cada vez más, tanto espiritual como materialmente, a sus hermanos y hermanas de Oriente Medio», especialmente «aquellos que viven en situaciones difíciles a causa de la violencia, incluyendo el terrorismo, la inmigración y la discriminación».
Este sínodo, que por primera vez en Roma tiene entre sus lenguas oficiales el árabe, busca además ser un impulso decisivo para la paz en esta atribulada región. Los cristianos en Oriente Medio, afirma monseñor Eterovic, «son a menudo artesanos de la paz y defensores del perdón y de la reconciliación tan necesaria para esta región. Anhelan vivir en paz con sus prójimos judíos y musulmanes, en el respeto de los derechos mutuos, incluso aquel fundamental que es el de la libertad de religión y de conciencia».
Esperanzas de una Iglesia duramente probada
Alfa y Omega ha recogido las impresiones de los patriarcas de Oriente que participan en el sínodo. Su Beatitud Antonios Naguib, Patriarca copto de Alejandría, relator general del Sínodo, reconoce que esta Asamblea sinodal ha suscitado «un gran entusiasmo y una viva esperanza en todas las Iglesias de la región. Esta decisión del Santo Padre responde al deseo de muchos obispos. Sentimos la necesidad de encontrarnos juntos para compartir preocupaciones y esperanzas».
Su Beatitud Gregorio III Laham, Patriarca melkita de Antioquía, espera que este sínodo «traiga confianza, valentía, fuerza espiritual, fe, esperanza y amor a nuestras comunidades, para continuar con alegría nuestra misión de llevar la alegría de Cristo resucitado a nuestras Iglesias y a nuestro mundo».
El cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, Patriarca maronita, con sede en el Líbano, presidente delegado honorario del sínodo, considera que «el Sínodo de los Obispos para Oriente Medio es una oportunidad para las Iglesias de esta región oriental, para renovar su fidelidad a Cristo y a su antigua tradición. Por desgracia, con frecuencia, los cristianos abandonan Oriente Medio por muchas razones y se instalan en otros países de Occidente. Y sin embargo el adagio dice: Ex Oriente lux. En efecto, la Luz vino de Oriente, la luz de Cristo, para esparcirse por todos los rincones de la tierra».
Su Beatitud Fouad Twal, Patriarca latino de Jerusalén, añade: «Los desafíos que se plantean a la Iglesia en Tierra Santa son, al mismo tiempo, exaltantes y exigentes: vivir la comunión en la diversidad dentro de la Iglesia católica y de las diferentes Iglesias cristianas; construir una convivencia y un diálogo respetuoso con judíos y musulmanes; hacer que se escuche una voz profética, no sólo a favor de la justicia y la paz, sino también del perdón, de la reconciliación y del amor a los enemigos».
Su Beatitud Ignace Youssef III Younan, Patriarca sirio católico de Antioquía, recuerda que «los cristianos en Oriente Medio, desde hace dos mil años, en particular en los últimos 13 siglos, han sido duramente probados en su testimonio de fe hasta el martirio. Hoy son invitados a sacar fuerza espiritual de su divino Maestro». Por este motivo —añade—, el sínodo debería ser una invitación para los cristianos de la región «a no tener miedo de vivir su fe en un espíritu de comunión eclesial y solidaridad efectiva. De este modo, ofrecerán testimonio con valentía de esta fe salvífica y reivindicarán sus derechos humanos negados por regímenes en su mayoría teocráticos, proclamando siempre la verdad que libera».