La Iglesia en Corea hace una labor clave con los jóvenes y con los refugiados del norte

La Iglesia en Corea hace una labor clave con los jóvenes y los refugiados del norte

Ester Palma, colaboradora de Alfa y Omega, presenta este viernes en Madrid su libro El catolicismo en Corea del Sur

María Martínez López
Ester Palma con jóvenes coreanos en la JMJ de Lisboa
Ester Palma con jóvenes coreanos en la JMJ de Lisboa. Foto cedida por Ester Palma.

Ser joven en Corea del Sur no es fácil. «Están muy golpeados por el estrés y la competitividad», que les generan «mucho sufrimiento». Tanto es así que entre los 1.200 jóvenes coreanos que participaron en la JMJ no era extraño que hubieran tenido que dejar el trabajo porque «solo tienen tres o cuatro días de vacaciones al año», explica la misionera del Evangelio de la Misericordia de Dios Ester Palma, colaboradora de Alfa y Omega. Por otro lado, no había ninguno que no fuera ya al menos universitario, porque los jóvenes de 17 o 18 están todos preparando el examen de acceso a la universidad, que es en noviembre.

La presión está detrás de una tasa de suicidios que en 2021 fue de 26 por 100.000 habitantes, la más alta de la OCDE. Es la primera causa de muerte entre los 10 y los 39 años y supone el 44 % de las muertes de adolescentes y el 56,8 % de los jóvenes de 20 a 29 años. Es una de las claves en las que se mueve la Iglesia en Corea, que ya empieza a prepararse para la JMJ de 2027 en Seúl.

Este viernes a las 18:30 horas, Palma presenta en la Librería Paulinas, de Madrid —calle San Bernardo, 114— su libro El catolicismo en Corea del Sur. Se trata de una versión divulgativa de su tesina de Teología, que defendió en 2015 y dedicó a la pastoral juvenil en el contexto de este país. El año pasado publicó la adaptación con la Editorial Labor Viva, «una pequeña editorial de Murcia que me gusta mucho porque el 90 % de los trabajadores son discapacitados».

Palma está aprovechando su paso por España después de la JMJ de Lisboa para presentar el libro. La convocatoria de la próxima jornada para 2027 en Corea del Sur está haciendo que «la gente venga con mucho interés». Esto ha llevado a la misionera a plantearse seguir haciendo divulgación sobre la Iglesia en su país de adopción estos próximos años.

Salir y expresar sus sentimientos

En el contexto coreano, las Misioneras del Evangelio de la Misericordia de Dios se dieron cuenta de que «no podíamos empezar por la fórmula clásica de oración y formación: venían ya con mucho libro en la cabeza». Por eso optaron por animarlos a salir a las periferias: al encuentro de los pobres, tanto en su propio país como con alguna misión en Filipinas; o a hacer voluntariado en el medio ambiente.

Después de esta primera etapa de misión, se empieza a trabajar la fraternidad y la comunión porque «necesitan mucho sacar todo lo que tienen dentro». Los animan a reflexionar sobre sus talentos y sobre el sentido de la vida. Luego, «poco a poco, vamos incorporando la oración y la formación».

Esta fórmula «ha resultado. Con la pandemia ha habido mucha crisis en la pastoral de juventud, pero nuestros grupos han seguido creciendo». Además, hace muy fácil que los jóvenes católicos puedan invitar a sus amigos. Los católicos coreanos, también los jóvenes, son «muy activos y no tienen miedo a evangelizar». A los jóvenes «no les da vergüenza invitar a otros. Ni a los no católicos venir», porque «el catolicismo tiene muy buena imagen. Una vez se han incorporado al grupo, es fácil que se abran a bautizarse».

La Iglesia está bien vista

Esta apertura de los no católicos hacia lo católico se debe a la opinión social positiva de la que goza la Iglesia. El cristianismo llegó al país gracias a «jóvenes laicos que recibieron la fe a través de los libros, estudiando y buscando ellos mismos. La anunciaron a otros jugándose la vida y finalmente la entregaron». Históricamente, la Iglesia se ha implicado mucho en proyectos sociales para combatir la pobreza de la posguerra y «durante la dictadura de los años 1980 estuvo al frente de la defensa de los derechos humanos». Por eso, a pesar de ser una minoría, «mucho de este país democrático y respetuoso ha sido levantado por los católicos».

Uno de los hitos más recientes en este sentido fue la visita del Papa Francisco en 2014 para participar en la Jornada Asiática de la Juventud. Era la primera vez que lo hacía un Pontífice y el primer impacto fue que se hiciera presente en un acto con solo 2.000 jóvenes.

«Fue el año terrible del hundimiento de un ferry que llevaba a 299 estudiantes de instituto», recuerda la misionera. Francisco tomó postura a favor de las familias de las víctimas, que exigían una investigación y justicia. «Se había politizado mucho el asunto y cuando alguien de la Iglesia se ponía de su lado se decía que era de tal o cual partido». Pero el Santo Padre no dudó en dejar mensajes claros como que «el cristiano no puede ser indiferente hacia el sufrimiento». De hecho, «uno de los padres de esos jóvenes estuvo hablando con él y al tiempo se bautizó y se puso el nombre de Francisco».

Refugiados de Corea del Norte

Otro aspecto en el que la Iglesia puede jugar un papel clave es en la integración de los refugiados que llegan desde Corea del Norte. «Antes eran unos 30 al mes, pero después de la COVID-19 ha bajado mucho» por el cierre hermético de las fronteras. «Institucionalmente se los acoge, pero la integración no se puede dar por supuesta» ya que los refugiados llegan con un bajo nivel educativo y una mentalidad opuesta al capitalismo extremo de la sociedad surcoreana. «En la medida en que se integren, se va a demostrar si podemos vivir juntos» después de una hipotética reunificación del país.

«Como la Iglesia está muy implicada en la integración y en ofrecer ayudas como clases de inglés o de apoyo», es frecuente que sea un elemento importante para los recién llegados. Además, «hay bastantes que se han ido haciendo católicos y que creo que serán la semilla de la misión en Corea del Norte, cuando se pueda». De hecho, «en esta JMJ se sabía que en los grupos de Corea del Sur había jóvenes que llegaron al país como refugiados desde el norte cuando eran niños».