La Iglesia argentina peregrina contra la droga y la pobreza
En el contexto del Día de Hispanoamérica analizamos la delicada situación de Argentina, con una inflación del 98,8 % que provoca que el sueldo medio no cubra lo básico y aumenten las adicciones
Desde que fue elegido en 2013, el Papa no suele hablar de su país de origen. No quiere que sus palabras puedan ser utilizadas como arma arrojadiza dentro de la política nacional. El pasado 24 de enero, sin embargo, rompió esa especie de norma durante una entrevista con Associated Press (AP). «En el año 55, cuando terminé mi escuela secundaria, el nivel de pobreza de Argentina era del 5 %. Hoy está en el 52 %, creo. ¿Qué pasó? Mala administración, malas políticas», señaló Bergoglio. Durante la entrevista, el Pontífice también criticó el «impresionante» nivel de inflación del país, que cerró el año 2022 en el 94,8 % y que escaló en el primer mes de 2023 hasta el 98,8 %. «Se trata de un caso de inflación crónica, lo que genera numerosas distorsiones en la vida diaria», explica Felipe Llorente, profesor de Políticas Públicas de la Universidad Católica de Argentina (UCA), que habla de una economía bimonetaria en la que conviven los pesos y los dólares.
La situación, a nivel macroeconómico, ha provocado «la desaparición de los grandes proyectos de inversión, imposibilitando el crecimiento económico». A nivel micro, no se puede hablar de distorsiones, sino directamente de una rotura del mercado. «El sueldo medio es de unos 80.000 pesos mensuales (383 euros), pero la canasta básica para una familia de cuatro miembros está valorizada en uno 100.000 pesos (478 euros) sin contar la vivienda», subraya Llorente, que es miembro de la Fundación Contemporánea, una organización fundada en 1992 para formar una nueva clase política, con valores y conocimientos estratégicos, que trabaje por «una Argentina unida, desarrollada, justa y moderna».
En este contexto, «muchas familias han tenido que abandonar el país», confirma Llorente. No hay datos oficiales al respecto, pero, añade, «la sensación es de un éxodo cada vez más multitudinario». Uno de los destinos preferidos, por cuestión idiomática, es España, donde, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de argentinos creció un 65 % entre 2020 y 2021.
Luces y sombras
El camino contrario, de España a Argentina, lo emprendió hace 46 años José Vicente Conejero, que llegó al país como sacerdote —agregado a los misioneros de la Consolata— en 1976, 20 días antes del golpe de Estado que llevó al poder a Jorge Rafael Videla. En 1998 fue nombrado obispo de Formosa. Con medio siglo de perspectiva histórica, Conejero subraya que en Argentina «ha habido un progreso en orden a la libertad, pero se ha producido un retroceso a nivel económico y social».
Ambas situaciones, según el prelado, han estado acompañadas por la Iglesia local y también por muchos otros misioneros que, como él, llegaron al país. A todos ellos, agrupados en la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), que hoy cuenta con 157 sacerdotes en 19 países del entorno, la Iglesia les recordará este domingo, 5 de marzo, cuando se celebre el Día de Hispanoamérica con el lema Hermanos en la fe. «La verdad es que la gente valora cuando uno deja su tierra y sale a la misión a compartir la vida y la fe», señala el obispo.
Junto con la emigración, la pobreza ha provocado que cada vez más jóvenes hayan optado «por el narcotráfico en vez de por los estudios», asegura Felipe Llorente, que ha trabajado en el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) de la Compañía de Jesús. Según la ONU, Argentina es el país donde más creció el consumo de cocaína en los últimos diez años —afecta al 2,6 % de la población de entre 15 y 64 años— y lidera el consumo de esta sustancia en Hispanoamérica.
La Iglesia argentina ha podido comprobar la evolución de los datos en tiempo real. Hace 15 años, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, que ejercía de arzobispo de Buenos Aires, inspiró los Hogares de Cristo, una institución que ofrece una respuesta integral a situaciones de vulnerabilidad social vinculadas al consumo de sustancias tóxicas y que hoy está extendida por gran parte del país. «Las adicciones han crecido y no como un problema de las ciudades, sino de toda Argentina. Cuando uno se acerca a una comunidad el tema de las drogas siempre aparece. La gente está desesperada y no sabe qué hacer con su marido, con su hijo o con el amigo adicto», explica Pablo Vidal, uno de los coordinadores nacionales de Hogares de Cristo.
Ante la magnitud del problema, y coincidiendo con el 15 aniversario de la institución y el décimo aniversario de la elección del Papa Francisco, los Hogares de Cristo iniciaron una peregrinación por todo el país, portando a la Virgen de Luján, con el lema Ni un pibe menos por la droga. «Lo que buscamos es sensibilizar a toda la sociedad frente a este flagelo», que, en realidad, «esconde otros problemas como el tema de la desintegración familiar o el abandono de colectivos vulnerables bajo el pretexto de la falta de rentabilidad de las prestaciones sociales», concluye Vidal.