La Iglesia, ante el movimiento 15-M - Alfa y Omega

La Iglesia, ante el movimiento 15-M

¿Qué tiene que decir la Iglesia ante el llamado movimiento 15-M? Las imágenes de la madrileña Puerta del Sol dieron hace un año la vuelta al mundo. También Radio Vaticano se interesó por este fenómeno, y pidió una valoración al arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz. Hay razones objetivas para la protesta ciudadana y juvenil, decía el prelado, pero también se detecta una profunda desorientación. Ahí la Iglesia tiene un enorme reto: saber «leer este malestar y sus interrogantes»

Redacción
Un acampado en la Puerta del Sol, de Madrid

«En primer lugar, hay que señalar que éste no es un movimiento homogéneo», decía el arzobispo de Oviedo en los micrófonos de Radio Vaticano, el 27 de mayo de 2011. «En las manifestaciones, hemos visto jóvenes y menos jóvenes desempleados, ciudadanos corrientes, estudiantes, y miembros de los movimientos católicos, pero también personas fácilmente reconocibles como habituales representantes de los movimientos antisistema». No obstante, «en la medida que la protesta continuó, tengo la impresión de que en las calles permanecieron en su mayoría los manifestantes antisistema», prosiguió.El nexo común en ese heterogéneo movimiento es «un profundo malestar a causa de la crisis económica», que ha provocado en España las mayores tasas de desempleo de Europa. Ahora bien, «el malestar que existe no sólo tiene causas económicas, sino también culturales», añadía monseñor Sanz. «Una valoración también desde el punto de vista eclesial y pastoral es que la crisis no sólo es económica». «Se trata de hecho de una crisis mucho más grande, que afecta a la cultura y la moral de la sociedad española».

A la Iglesia, por tanto, le corresponde ir al fondo de esa crisis, en un momento de profunda desorientación y desconcierto, pero también de búsqueda de respuestas y de grandes inquietudes. «El reto que tenemos como pastores y como comunidad cristiana, como Iglesia en España, es la de alcanzar a leer este malestar y sus interrogantes, que se hallan insertos muy profundamente en los corazones de los jóvenes, y no sólo para poder responderles», decía monseñor Sanz. «Para la Iglesia es, por lo tanto, una ocasión de poder lanzar un mensaje de esperanza y poder interpretar sus exigencias, para acercarnos a las personas que se plantean estas preguntas».