La historia de fe que concluirá con una imagen de la Virgen en el centro de Prado Norte
Los vecinos de este enclave se han movilizado para levantar en tiempo récord un cobijo para María —una especie de ermita— y así «fomentar la devoción filial a nuestra madre», dice el impulsor del proyecto, que ha instalado la talla en el salón de su casa hasta que la construcción esté lista. «Hice una reconfiguración de mi casa para que todo el mundo pudiera venir a rezar»
Lo primero que deja claro Ebert Capistrano nada más descolgar el teléfono es que la asociación que ha montado para lograr la colocación de una imagen de la Virgen en uno de los parques públicos en la zona en la que vive —Prado Norte, cerca de la localidad de Algete— «no tiene nada que ver con apariciones ni nada por el estilo», manifiesta. «Nosotros creemos que no hace falta nada extraordinario para hacer caso a nuestra madre».
El proyecto, más bien, habla de la iniciativa de un grupo de vecinos de la zona, «familias con niños, que quieren levantar un lugar en el que encontrarse con la Virgen y honrar a la madre de Dios». Capistrano destaca la condición de laicos de los impulsores. «En los tiempos que corren, me parece interesante resaltarlo. Esto no es una iniciativa del clero, sino profundamente laical y yo creo que eso es importante, porque al final los laicos somos mayoría en la Iglesia. El porcentaje debe estar en torno al 95 %», asegura.
Todo empezó en la primera mitad del año pasado. A Ebert no se le olvida la fecha porque por aquel entonces «mi mujer todavía se estaba sometiendo a su tratamiento de quimioterapia», asegura. En este contexto, «me empecé a plantear interiormente cómo honrar a nuestra madre, y pensé en la idea de una ermita para aumentar la devoción mariana en la zona en la que vivo». A pesar de la moción interior, a la que a priori no había nada que reprochar, este ingeniero de Caminos decidió llevar el proyecto durante un tiempo a la oración. «No quería que esto fuera un invento mío, o una idea fruto de mi vanidad, así que decidí rezar para discernir».
Después de acudir a la oración, Capistrano se encontró de casualidad, un día al salir de Misa, con un amigo suyo, que da la casualidad que fue alcalde de Algete. «Le pregunté qué le parecía y me dijo que “fenomenal” y que se lo iba a comentar al actual alcalde, Fernando, que era amigo suyo».
Tras el enlace, el regidor recibió al impulsor del proyecto el 26 de julio. Antes de la reunión, Ebert se encargó de difundir la iniciativa entre un grupo más amplio de vecinos, que mostraron muy satisfechos con el proyecto. «La reunión con el alcalde la verdad es que fue muy bien. Nos dio su apoyo», lo cual era decisivo porque la idea era colocar la imagen de la Virgen en un parque público. «Justo hay un parque infantil enfrente de mi casa, que coincide que está situado en el centro de Prado Norte. Todos los días lo veo al salir del garaje y pienso, “qué bonito sería tener ahí una imagen de nuestra madre, observando a sus hijitos más pequeños”».

En septiembre Capistrano y un grupo de vecino constituyeron la Asociación Nuestra Señora de Prado Norte, y comenzaron a pedir presupuestos para la construcción de la ermita, que por cuestiones jurídicas terminará siendo legalmente un cobijo. «En realidad es un lugar donde se va a colocar la talla de María y va a estar protegida de las inclemencias del tiempo con una sencilla estructura y una reja», resume Ebert, que ejerce de presidente de la asociación.
Con los presupuestos ya en la mano, se vio la necesidad de conseguir dinero para sufragarlos. Hacían falta una cantidad importante de dinero y se dieron un mes para conseguirlo. La recolección de donativos comenzó el pasado 5 de mayo, mes de la Virgen por excelencia, «y el 24 de mayo no llegábamos ni a la mitad del objetivo», confiesa el ingeniero, cuya fe le impedía albergar dudas sobre la viabilidad económica. «Fue sorprendente porque en la última semana conseguimos todo lo que nos faltaba. Al final te das cuenta de cómo María siempre va por delante».
La fe de Caspistrano también le llevó a invitar al obispo de Alcalá de Henares, Antonio Prieto, a presidir la inauguración del cobijo, que se había fijado para el 7 de septiembre. Pero lo hizo precisamente el sábado 24 de mayo, cuando todavía no habían alcanzado ni la mitad de los fondos para la construcción. «El obispo dijo que sí enseguida. Se mostró encantado de ver muchas familias con niños colaborando juntas para sacar adelante este proyecto de devoción a la Virgen». En aquella cita, el impulsor del proyecto le mostró las fotos de lo que había sucedido con la talla de la Virgen desde que el taller al que le encargaron su elaboración les llamó para informarles de que ya estaba lista la imagen.
«Me avisaron el 25 de abril para decirme que ya podíamos pasar a recogerla. Le dije que esa misma tarde iríamos a por ella». Capistrano no podía solo con la talla —de aproximadamente un metro y medio de altura—, y todavía no había pedido ayuda a ningún vecino, pero de nuevo su fe le llevó a lanzarse hacia adelante con amor. «Es que es como si llega tu madre al aeropuerto. ¿Qué le vas a decir? “Te recojo mañana, mamá”. Pues no. Dejas todo lo que tienes entre manos y vas inmediatamente a por ella», señala.
Con la imagen ya en su poder, decidió organizar un triduo de bienvenida. Quedó fijado para el 25, el 26 y el 27 de abril. Durante aquella sencilla celebración, Ebert pensó que sería buena idea regar con oración la imagen de la Virgen hasta su colocación definitiva en el cobijo. «Hice una reconfiguración del salón, para que pudiera venir todo el mundo, y puse la talla en medio para que la gente pudiera venir a rezar. Desde aquel día, montamos un rosario diario en mi casa, a las 18:00 horas». Según este laico, la iniciativa se ha ido difundiendo hasta el punto de que «se reunía tanta gente que ya no entrábamos dentro de casa y tuvimos que sacar a la Virgen al jardín».
Al obispo le encantó ver a tantas familias rezando juntos, de manera natural: padres e hijos y abuelos. Y esto es precisamente el fin que tenemos en la asociación, que es «fomentar la devoción filial a nuestra madre», concluye Ebert Capistrano.

Por Bizum
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