La guerra de Gaza apaga la Navidad (y los ánimos) en Belén - Alfa y Omega

La guerra de Gaza apaga la Navidad (y los ánimos) en Belén

Los cristianos de la ciudad celebrarán las fiestas sin turistas ni decoraciones externas, pero reforzando la oración

P. J. Armengou
Basílica de la Natividad de Belén vacía
Basílica de la Natividad de Belén vacía. Foto: P. J. Armengou.

A estas alturas de diciembre, la plaza del Pesebre de Belén ya debería estar iluminada para las fiestas; locales y extranjeros estarían paseando entre tenderetes de adornos y comida, y los villancicos y la algarabía llenarían todo el centro de la ciudad, al abrigo de un enorme árbol de Navidad. Pero no este año. El Ayuntamiento de Belén y los jefes y patriarcas de las Iglesias cristianas de Tierra Santa han decidido cancelar toda expresión externa de celebración en solidaridad con Gaza. «Para los cristianos lo importante es la oración, saber que Jesús está entre nosotros. Todo lo demás es adicional. Y en los tiempos que corren, evitar las decoraciones exteriores se entiende como algo normal. Es casi un deber. Una pequeña cosa que podemos hacer ante todo lo que está pasando en Gaza», explica el sacerdote católico Rami Asakrieh, rector de la iglesia de Santa Catalina, junto a la basílica de la Natividad.

Pero las luces no es lo único que se ha apagado este año en la ciudad que vio nacer a Cristo. También los ánimos. «Todo el mundo está triste», reconoce Asakrieh. Por otro lado, asegura que las iglesias están llenas a rebosar desde el inicio de la guerra. «Los sacerdotes estamos en shock ante la cantidad de gente en las celebraciones. Claramente hay una gran necesidad espiritual», añade. «La gente reza para tener estabilidad, tras más de 70 años de conflicto, y ruega a Dios que esta guerra acabe pronto». Muchos cristianos tienen amigos o familiares en Gaza y, aunque la violencia no ha llegado con igual intensidad a Cisjordania, los que viven en este territorio también la están sufriendo. Más de 230 cisjordanos han muerto a manos de soldados y colonos en los territorios ocupados desde el inicio de las hostilidades, el 7 de octubre. En Gaza ya son cerca de 19.000.

Tiendas de artesanía cerradas ante la falta de peregrinos
Tiendas de artesanía cerradas ante la falta de peregrinos. Foto: P. J. Armengou.

En Belén el ambiente es el de una ciudad fantasma. Los principales puestos de control de acceso a la ciudad y a poblaciones cercanas como Beit Jala o Beit Sahour están cerrados. Con la excusa de la seguridad, Israel ha bloqueado toda la Cisjordania ocupada. Solo algunos locales y extranjeros pueden pasar, con cuentagotas. La mayoría de palestinos que trabajaban en Israel no pueden acceder a sus puestos de trabajo. O han perdido sus empleos. El muro de seguridad que rodea Belén y las alambradas que cicatrizan todo el territorio palestino parecen ahora más altos que nunca. Las colonias judías, ilegales según la comunidad internacional, están blindadas por el Ejército. Israel teme ataques contra los 700.000 judíos que viven en el territorio, en medio de tres millones de palestinos. Aunque la situación ha sido más bien la contraria: centenares de colonos han atacado, e incluso asesinado, a decenas de árabes cisjordanos en represalia por el ataque de Hamás.

Un lastre para la economía

«Esto es peor que la época del coronavirus. La pandemia afectaba a todo el mundo. Esto, solo a nosotros. Además, cuando se abrieron las fronteras tras la COVID-19, la gente salió de nuevo a las calles y los turistas volvieron a visitarnos. Ahora los peregrinos tienen miedo. No sé cuánto tardarán en volver», se lamenta Bassem Giacaman, que regenta una tienda de artesanía religiosa cerca de la basílica de la Natividad. Como su negocio, decenas de hoteles, restaurantes y tiendas de souvenirs están cerradas a cal y canto, con las consecuencias económicas que eso supone. En Belén, cerca del 80 % de la población vive directa o indirectamente del turismo. «Todavía no nos habíamos recuperado del todo de la crisis del coronavirus y ahora sufrimos un bloqueo absoluto», apunta un empresario palestino del sector, que prefiere mantenerse en el anonimato. Pero matiza que «ahora es tiempo de pensar en las víctimas en Gaza, no en el dinero».

«Nadie se va a ir, ni los judíos ni nosotros. Esta Navidad solo puedo desear paz para todos»
Bassem
Cristiano de Belén

Estos días, los habitantes de Belén miran continuamente hacia la Franja. Viven su tragedia como propia, pero también temen por su supervivencia: «Hay mucha gente que cree que cuando los israelíes acaben con Gaza, vendrán aquí. Somos los siguientes», dice Giacaman. Frente al odio y el miedo, el mensaje de los cristianos de Belén es claro: «La guerra nunca es la solución. Rezamos para que Dios abra los corazones de todos, porque el Niño Dios vino para todos. Le pedimos que podamos vivir juntos en paz y dignidad», afirma el padre Asakrieh, que considera que esta Navidad también será una oportunidad para que los cristianos encuentren en la venida del Emmanuel, «Dios con nosotros», la «esperanza, paz y alegría que tanto necesitamos».

«A sangre fría»
Nahida y Samar, madre e hija asesinadas por un francotirador israelí

El Patriarcado latino de Jerusalén informó el pasado sábado de que dos mujeres cristianas, madre e hija, fueron asesinadas «a sangre fría» ese mismo 16 de diciembre por un francotirador israelí, dentro de la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza. Siete personas más resultaron heridas en el recinto, donde se refugian decenas de civiles. La Iglesia ha denunciado también un bombardeo contra el convento de las Misioneras de la Caridad, donde se atendía a 54 personas con discapacidad. El Papa Francisco lamentó la muerte de las mujeres y recordó que en el complejo de la iglesia «no hay terroristas, solo familias, niños y personas enfermas». El Ejército israelí ha negado que atacara el lugar, aunque ha indicado que investigará el caso y que se toma la seguridad de las iglesias «con la mayor seriedad».