La fundadora de las Hermanitas de la Sagrada Familia será santa
El Papa ha aprobado un milagro atribuido a la intercesión de Marie-Léonie Paradis. Entre los decretos firmados por Francisco, también se encuentra el de virtudes heroicas del sacerdote español Sebastián Gili Vives, que se dedicó a la atención de los niños abandonados y luchó por la dignidad de la mujer
La beata Marie-Léonie Paradis, fundadora del Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia, será canonizada después de que el Papa haya aprobado un milagro atribuido a su intercesión. Se trata de la curación en 1986 de una recién nacida que sufrió una «asfixia perinatal prolongada con fallo multiorgánico y encefalopatía».
Durante una audiencia concedida este miércoles al prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, Francisco ha autorizado también el decreto de martirio del padre Michal Rapacz, sacerdote polaco asesinado por odio a la fe por el régimen comunista. En la noche del 11 de mayo de 1946, un grupo de hombres armados entró en la rectoría de Płoki, secuestró al sacerdote y lo asesinó en un bosque cercano.
Asimismo, el Pontífice ha declarado las virtudes heroicas de dos religiosos capuchinos —uno de ellos se dedicó en Turquía al cuidado de las niñas armenias huérfanas por el genocidio—, una monja italiana que ofreció sus oraciones por la unidad de los cristianos y un sacerdote español. Se trata de Sebastián Gili Vives, sacerdote diocesano y fundador de la Congregación de las Agustinas Hermanas del Amparo.
Atención de niños y mujeres
Gili Vives nació el 16 de enero de 1811 en Artà, municipio de Mallorca. Ordenado sacerdote en 1835 en Ibiza, se dedicó especialmente a los niños abandonados. Debido a este carisma, fue nombrado prior de un hogar infantil en el que se acogía a cientos de niños. Para atenderlos cada vez mejor, el padre Sebastián fundó la Congregación de las Agustinas Hijas del Socorro. Luego, en 1860, fue nombrado director del Hospital de Palma.
El sacerdote y su congregación también tuvieron un papel destacado durante la grave epidemia de cólera de 1865. Se dedicaron especialmente a la asistencia de los más pobres. Asimismo, dedicó mucho tiempo a la oración y se preocupó por la condición de la mujer, muy discriminada en aquella época.