La fraternidad como antídoto al miedo - Alfa y Omega

El miedo forma parte de la condición humana. A priori tiene mala prensa. Cuando pensamos o decimos de una persona que es miedosa no le hacemos un halago. Sí, por el contrario, cuando pensamos de ella que es una persona valiente. Sin embargo, el miedo tiene una funcionalidad clave, fundamental en la vida humana, que reside en movilizarnos física y psíquicamente, disponiéndonos así a luchar contra los peligros.

Jean Delumeau, autor de una obra de referencia, El miedo en Occidente, en una conferencia que pronunció en Abu Dabi en 2010 resaltó que «sin el miedo ninguna especie habría sobrevivido». El miedo nos obliga a medir nuestras fuerzas, a adoptar medidas razonables de precaución y prevención ante un peligro. Pero, añade Delumeau que, si el miedo sobrepasa lo razonablemente soportable, se convierte en algo patológico, crea bloqueos y puede provocar una descomposición de la persona. Incluso, se puede morir de miedo.

En una intervención el pasado mes de agosto en un curso de verano en la UPV / EHU, dirigido por mi amigo Javier Urra y junto a María Jesús Álava, Espido Freire y Juan Manuel de Prada, abordé la dimensión colectiva del miedo. Es un peligro que acecha en el ámbito de lo político (ante una dictadura o ante el terrorismo, primos hermanos entre sí) o religioso (por ejemplo, con la Inquisición, o actualmente con el islamismo fundamentalista). También lo comprobamos ahora con la pandemia de la COVID-19.

Para Delumeau, cuando se produce una situación de miedo, normalmente tiende a extenderse creando lo que él denomina un «tren de miedo», un clima de inseguridad, de malestar, de temor en todo un conjunto de la población. En la actualidad, al miedo provocado por la COVID-19 le ha seguido el miedo a perder los puestos de trabajo, a la recesión económica, el miedo a llevar a los hijos a la escuela, el miedo a reunirse entre amigos, a asistir a Misa, a un concierto… Lo que exige un abordaje interdisciplinar y no exclusivamente sanitario de la pandemia.

La búsqueda de la seguridad

La tesis central de Erich Fromm en su obra El miedo a la libertad es que «el hombre, cuanto más gana en libertad, en el sentido de su emergencia de la primitiva unidad indistinta con los demás y la naturaleza, y cuanto más se transforma en individuo, tanto más se ve en la disyuntiva de unirse al mundo en la espontaneidad del amor y del trabajo creador, o bien de buscar una forma de seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad de su yo individual». El hombre moderno, liberado de las ataduras de la sociedad anterior, que lo limitaba pero lo tranquilizaba, aún no ha conquistado plenamente su independencia. La libertad le provoca un sentimiento de aislamiento que, a su vez, genera inseguridad y ansiedad. Luego establece mecanismos de escape: autoritarismo y destructividad (el nazismo) o un conformismo autómata (el consumismo americano, desde donde escribe en 1941).

Eric Fromm, que era judío, critica en un capítulo central de su libro las tesis de la predestinación de Calvino y tiene una imagen más positiva del catolicismo de la Edad Media, en tanto que ofrecía una seguridad a la persona y un reconocimiento natural de la autoridad.

Apunto también al movimiento Cancel Culture, nacido en EE. UU. y con repercusiones en España, para mostrar que el miedo al ostracismo, a ser despedido o al linchamiento digital no es práctica exclusiva de la derecha extrema, sino también de parte de la izquierda, tenida por progresista.

Concluyo defendiendo la idea de fraternidad universal como matriz de un humanismo que nos haga superar los miedos en las situaciones sociales ansiógenas. La fraternidad va más allá de nacionalidades, de opciones políticas, de religiones o laicismos, aunque las respeta todas con la única condición de que no traten de imponerse y generar miedo. Recuérdese el encuentro del Papa Francisco y el gran imán de Abu Dabi en 2019: la fraternidad exige reconocer al otro y salir de uno mismo para superar al miedo a lo desconocido. Jorge Semprún superaba el miedo en el campo de concentración de Buchenwald por la fraternidad ante la muerte. Y quiero mencionar a Mandela, Gandhi, Buda y Jesucristo. Más cerca de nosotros Luther King, Andrea Riccardi y tantas personas, anónimas muchas, que trabajan por la concordia y la paz. Para vencer los miedos colectivos.