La financiación y la natalidad amenazan a la concertada
La escasez de recursos económicos está provocando que algunos colegios concertados tengan que convertirse en públicos. Los centros con alumnos más vulnerables son los que más sufren, pues sus familias no pueden colaborar. La falta de niños también es un problema
En España hay más de ocho millones de estudiantes de enseñanzas no universitarias. El 67,3 % va a escuelas públicas, el 25,2 % a concertadas y el 7,6 % a privadas. Según las estadísticas del Ministerio de Educación, País Vasco (48 %), Madrid (29,6 %) y Cataluña (25,9 %) son los lugares donde más alumnos estudian en centros concertados. Y aunque ese modelo educativo debería ser gratuito para las familias, en la práctica no es así. «En Cataluña el concierto cubre un 80 % de los docentes de la escuela y paga un 40 % de los gastos de mantenimiento —luz, agua, calefacción, ordenadores—», explica Meritxell Ruiz, secretaria general de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya. «El resto lo tienen que aportar las familias», añade a Alfa y Omega.
Esto ha provocado que un total de 13 colegios concertados en Cataluña hayan tenido que pasarse al sistema público, algo que ocurre «cuando las familias no pueden aportar más y las congregaciones religiosas —responsables de muchos de estos centros— no pueden asumir más gastos». Es una paradoja, pues, según Ruiz, son «justamente los colegios más sociales y con alumnos más vulnerables los que tienen más problemas, porque las familias tienen menos recursos». Lo corrobora Carmen Pellicer, presidenta de la Fundación Trilema, que se dedica a rescatar colegios en crisis por toda España: «La gran mayoría de nuestras escuelas son pequeñas, con una población vulnerable y que a duras penas podemos mantener».
La bajada de la natalidad también está siendo una gran amenaza, especialmente en zonas rurales. «Se están cerrando muchas unidades», añade Pellicer. En España ha bajado tres puntos el índice de natalidad en apenas diez años y el de fecundidad supera por muy poco el hijo por cada mujer (1,19 en 2021). Una cuestión que, como confirma Meritxell Ruiz, es común para la pública y la concertada: «Afecta a todas las escuelas por igual».
El tercer factor desestabilizador sería de carácter ideológico y político: la crispación en el debate educativo nacional. Carmen Pellicer lo tiene claro: «Parece que para la supervivencia de unos colegios haya que cerrar u atacar a los otros». Desde la Fundació Escola Católica explican que «en la educación se hace más ideología que pedagogía». Meritxell Ruiz se pregunta por qué el sistema educativo no funciona como el de salud, en el que, vayas donde vayas, hospital público o concertado, tienes cubierto el 100 % de tu tratamiento y atención. «Esto, que ya funciona muy bien en sanidad, es lo que pedimos para la educación, porque si no, se discrimina a unos alumnos o a unas familias frente a otras, e incluso puede provocar la segregación», incide.
Hay también otras pequeñas amenazas para la concertada religiosa: la secularización, la falta de vocaciones y la pérdida de influencia social del hecho religioso, que podrían ser una tentación para edulcorar la identidad. No es el caso. «En nuestros centros —explica Meritxell Ruiz— la identidad se trabaja porque desde ella entendemos nuestra forma de educar: todos tienen la misma dignidad». «Tenemos muchas familias no creyentes que nos abren al diálogo», añaden desde Escola Cristiana.
Carmen Pellicer va mucho más allá al señalar que «la evangelización en la escuela católica tiene que responder a los nuevos signos de los tiempos», pues los alumnos ya no vienen de familias católicas practicantes, sino con poca o nula experiencia religiosa. «Se trata de aportar los valores del Evangelio a una manera de humanizar y transmitir un modelo de persona. Es algo que la escuela cristiana está haciendo de manera ejemplar», concluye.