La familia musulmana de Mosul que salvó la vida a dos ancianas cristianas - Alfa y Omega

La familia musulmana de Mosul que salvó la vida a dos ancianas cristianas

Abu Ahmed decía a los miembros del Estado Islámico que las ancianas que vivían con él eran su abuela y su tía

María Martínez López
Foto: www.saint-adday.com

«Todos somos hermanos. Esta es la ética de los habitantes auténticos de Mosul». Elias Abu Ahmed se quita importancia. Pero no muchos estarían dispuestos a hacer lo que hizo esta familia musulmana de la ciudad iraquí de Mosul. Cuando el Estado Islámico irrumpió en la ciudad en 2014, acogió en su casa a dos ancianas cristianas, Camille Haddad y Mary Fotouhi Weber.

Como a tantas otras personas mayores que no pudieron huir de la ciudad, sus comunidades las consideraba desaparecidas. Hasta que no hace mucho la Iglesia local, que no había dejado de buscarlas, dio con Camille. Y descubrió que Mary había muerto de causas naturales poco después, en enero de 2015.

La noticia llegó hasta el cardenal Luis Rafael Sako, patriarca caldeo. Para él no era solo una anécdota bonita. Había conocido a las dos mujeres, así como a Najeeba y Eileen, las hermanas de Camille, cuando era sacerdote en la ciudad. No dudó en pedir el teléfono de la familia para hablar con su antigua feligresa. Como la nonagenaria no sabe que ahora es el principal referente cristiano del país, Sako se presentó como solía.

–Camila, soy abouna (padre) Luis.

–¡Sé quién es! ¿Dónde está?

–En Bagdad. ¿Cómo estás?

–Bien, pero me duelen las piernas.

Caridad de ida y vuelta

En el portal informativo del Patriarcado caldeo, el patriarca la recuerda a ella y a sus amigas como cuatro mujeres que «estaban siempre en la iglesia y ayudaban mucho a los pobres». Así que le alegró saber que también ellas habían encontrado una mano compasiva cuando les hizo falta. Elias Abu Ahmed, explica, es un obrero que trabaja cada día por un jornal con el que, además de a Camille, mantiene a sus dos mujeres y a 14 hijos.

Le contó que «cada vez que miembros del Estado Islámico entraban en casa, les decía que Camille era mi abuela y Mary mi tía». También le explicó que cuando el dolor de piernas de la anciana empeoraba, la llevaba al hospital para que la trataran. A pesar del tamaño de la familia, la abuela adoptiva tiene su propia habitación. «Es una bendición para esta casa», le aseguró Ahmed.

«Mejor que con mi familia»

«Desgraciadamente hay poca gente como tú; ojalá Dios haga que haya más», subrayó Sako. El patriarca ofreció a Camille hacerse cargo de ella y trasladarla a un sitio donde pudiera estar mejor atendida. Pero la anciana se negó: «Con Abu Ahmed estoy mejor que con mi propia familia».

Vista su negativa, el patriarca insistió, esta vez con Ahmed:

–¿Necesitáis algo? Estoy con vosotros, y os visitaré tan pronto como pueda.

–Será un honor. Solo necesitamos la bendición de Dios.