La familia es el «búnker» ante el desplome de la salud mental
Un foro sobre La salud mental en las familias organizado por The Family Watch muestra la fortaleza de la institución familiar ante «una sociedad que se está volviendo triste» y está asediada por la nuevas tecnologías
«Estamos en una sociedad que se está volviendo triste y no sabe cómo superar sus problemáticas», dijo el jueves la psiquiatra Rafaela Santos, presidenta del Instituto Español de Resiliencia y de la Fundación Humanae, durante el foro La salud mental en las familias, organizado en el Ateneo de Madrid por The Family Watch (TFW).
Para María José Olesti, directora general de TFW, «las familias son quienes han recibido el mayor impacto negativo durante la pandemia, no solo a nivel económico, sino también en lo que respecta a la salud mental y emocional». Al mismo tiempo, han actuado como «efecto búnker», porque «han sido el lugar donde hemos podido refugiarnos y donde se nos ha dado afecto y cuidado».
«Hemos pasado de escondernos cuando teníamos que visitar al psicólogo o al psiquiatra a normalizar socialmente dichas visitas», advirtió por su parte María López-Ibor, psiquiatra y subdirectora de Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid. Para superar estas problemáticas que han ido en aumento en los últimos años, López-Ibor señaló como «fundamental» trabajar la resiliencia, «la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas de tres maneras: aceptando aquello que no podemos cambiar, adaptándonos a la situación y teniendo una buena actitud para crecer ante las adversidades». En cualquier caso, según la psiquiatra, «tenemos la tendencia a tomar una pastilla para resolver cualquier problema, y eso puede ser peligroso no solo para la salud mental, sino también para nuestra salud en general».
El efecto de la tecnología
La educación fue uno de los aspectos más reivindicados durante la mesa redonda para evitar los problemas de salud mental. En esa línea, el psicólogo Marc Masip, fundador del programa Desconecta, apostó «por una educación desde las familias en la que podamos hablar con nuestros hijos, estableciendo un diálogo tranquilo y seguro en el uso de las nuevas tecnologías».
Así, además de pedir «unas aulas sin ordenadores en las que se fomente el interés de los menores por imaginar, por crear, incluso por aburrirse», pidió no dar el móvil a los jóvenes antes de los 16 años: «Aunque la presión social es alta, es necesario sensibilizar a la sociedad de que cierto tipo de redes sociales como WhatsApp, Tik Tok o Instagram no pueden ser usadas antes de esa edad».
Masip desveló que «somos el país con más adicción a internet». Y añadió: «El primer contacto con la pornografía es a los 8 años y la adicción a aplicaciones como Tik-Tok está en crecimiento… Es evidente que algo debemos hacer».
En esta línea, sobre los aspectos legales que conlleva el acceso a internet, habló Julián Prieto, subdirector general de la Agencia Española de Protección de Datos, quien contó cómo desde su institución se lucha contra el ciberacoso y contra la difusión de contenido sexual.