Esperanza para Raquel - Alfa y Omega

Esperanza para Raquel

Miércoles de la Octava de Navidad / Mateo 2, 13-18

Carlos Pérez Laporta
Huida a Egipto. Vidriera de la iglesia de San Eduardo, en Seattle, Estados Unidos.

Evangelio: Mateo 2, 13-18

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porqué Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta.

«De Egipto llamé a mi hijo».

Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.

Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:

«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

Comentario

«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto». Al hacerlo, al marcharse a Egipto, Jesús dejaba atrás a todos aquellos «niños de 2 años para abajo, en Belén y sus alrededores». Cuando Herodes manda matar a aquellos niños, Jesús ya no está. ¿Es la huida de Jesús un abandono? Y si Dios pudo salvar a su Hijo, ¿por qué no pudo hacerlo con todos los demás? Desde niño comienza cargando ya sobre sus hombros la responsabilidad que tiene como Dios: ante el mal cometido por Herodes, Dios no parece haber comparecido, Dios ha guardado silencio y ha tolerado la matanza.

Y Raquel «llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven». No valen explicaciones. No sirven los consuelos. El asesinato no tiene reparación: ya no viven, y no podrán vivir esa vida que les fue dada y después arrebatada. Nada puede sustituirles, nada puede ocupar su lugar. Nadie puede ocupar el lugar de todos los inocentes que han muerto en la historia de la humanidad. No puede deshacerse el mal. ¿Qué puede hacer Jesús ahora con el mal ya producido?

De momento Él huye, salva su vida, para poder seguir creciendo. Con su supervivencia se hace cargo de aquella matanza, se hace responsable. Con su vida se compromete a llevar ese mal más allá de sí mismo, a impedir que ese mal tenga la última palabra. Su supervivencia no consistía en esquivar la muerte, sino en prometer su resurrección: la vida que vivirá consistirá en atravesar la muerte, para traer la vida eterna para todos los inocentes de la historia. La celebración de los santos inocentes es la esperanza para Raquel: ellos sí que existen, ellos viven, y volveremos a encontrarnos.