La cumbre. Un diálogo duro, descarnado e inmisericorde - Alfa y Omega

El día 14 de diciembre de 1587 María Estuardo falleció ejecutada en el castillo de Fotheringhay. Su prima, Isabel Tudor es, a todas luces, la inductora de una ejecución anunciada. Fernando Sansegundo ha llevado al escenario de Nave73 una historia cuyas protagonistas, Isabel Fernández Tudor y María Sánchez Estuardo, encarnan una lucha a muerte por el poder.

El contexto ya no está marcado por el fortalecimiento del poder político de las monarquías nacionales, que es el objeto de la lucha entre la hija de Enrique VIII y Ana Bolena, y la hija de Jacobo V y María de Guisa, sino por el poder económico que anhelan las corporaciones económicas transnacionales.

Ya no se trata de un contexto marcado por la conquista y consolidación del poder político nacional, sino por la conquista y consolidación del poder económico global. Y, sin embargo, hay algo que no ha cambiado: las ansias de dominio. Isabel y María son dos mujeres marcadas por su historia familiar, por las luchas y alianzas dinásticas, así como por los conflictos político-religiosos. Este último elemento, el religioso, tremendamente importante en la Europa y en el mundo del siglo XVI es, sin embargo irrelevante a comienzos del siglo XXI.

Sansegundo da buena muestra de ello con un tono de desdén y desprecio que se identifica bien con el de nuestras sociedades desarrolladas. Tampoco hay rastro alguno de juicio o reflexión moral en el trasfondo de la lucha a muerte que mantienen Isabel y María. Ni siquiera las ligeras alusiones a la ética en los negocios consiguen hacerse creíbles.

Isabel y María encarnan en el escenario la lucha entre el amigo y el enemigo. Solo en un momento, sutilmente y de pasada, se hace presente la posibilidad del perdón. Isabel parece necesitarlo, pero la astucia de María, que se sabe condenada a muerte en un psiquiátrico del que jamás podrá salir, consigue esquivarlo para evitar que la ternura haga acto de presencia. La cumbre es un diálogo duro, descarnado e inmisericorde. No hay lugar para la esperanza. De alguna manera es la historia de un destino dramático que ninguna de las dos mujeres consigue burlar.

Noelia Benítez y Pepa Gracia, las dos actrices que protagonizan La cumbre, dan vida a un encuentro que se teje, en tres actos, en torno a la exclusión y a la aniquilación del otro. Los diálogos son intensos, descarnados y cargados de maledicencia. La riqueza de las palabras y las emociones merece que las dos actrices reciten con pausa, sin miedo a lo terrible. Ese es su papel y así son sus personajes.

La cumbre

★★★★☆

Teatro:

Nave 73

Dirección:

Palos de la Frontera, 5

Metro:

Embajadores, Palos de la Frontera

OBRA FINALIZADA