Cuando llega a tus oídos la noticia de que un clásico se estrena en Madrid, la predisposición a disfrutar de la obra ya es de sobresaliente. Si, además, te enteras de que es la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico la que te da la réplica, la emoción es aún mayor. Ni qué decir tiene cuándo el autor de los versos es nuestro genial Fénix de los ingenios, madrileño de pro, renovador del género teatral en el Siglo de Oro y gran retratista del ser humano.
Esta Cortesía de España, una obra poco conocida de Lope de Vega, bien podría ser una comedia de enredo sobre el honor conyugal. Y ojo, es el detonante. Pero hay en los versos del ingenioso escritor mucho más del hombre y sus deseos. Hay amor pasional, también hay celos galopantes. Hay estereotipos y clases sociales infranqueables. Hay diferencias entre hombre noble y cortés español, y mujer con arrojo, pero finalmente, subyugada a los deseos de cortejo de su pareja. Hay dudas. Hay reproches. Hay arrepentimiento e impulsos. Hay, en definitiva, una hora y media del hombre despojado de su máscara, viviendo puro en la época en la que le tocó vivir, entre reglas no escritas, protocolos manidos y condicionamientos externos.
Cuentan los que saben de esto que los tres temas principales del teatro de Lope son el amor, la fe y el honor. Y es que nuestro Monstruo de la Naturaleza, como le definió Miguel Cervantes, sabía esculpir al hombre de su tiempo. Y lo supo hacer con elegancia y socarronería, porque esta obra, que bien merece ser vista y leída, pasa de lo más lírico y profundo a lo más grotesco y vulgar en cuestión de segundos. Así somos.
En esta obra, de fe poco. De amor y honor, y de desamor y deshonor, mucho. Natalia Huarte, Francesco Carril, Julia Barceló y Manuel Moya conforman el cuarteto protagonista de esta comedia, en la que el caballero español don Juan de Silva, salva a doña Lucrecia de una muerte segura en un bosque italiano a manos del sirviente de su marido. Ella, agradecida, le sigue y se entrega a su servicio. Y hasta aquí podemos leer… Según el director de la obra, Josep María Mestres, don Juan “es un personaje quijotesco”, con un amor apasionado al que no puede dar rienda suelta porque se “autoimpone ser servidor de esa cortesía tan propia de España y de unos valores que, ahora, se podrían considerar carpetovetónicos: la virtud, la honra, el honor… a ellos entrega su vida, lo que le impide vivir su historia de amor”. Y yo me pregunto… ¿son carpetovetónicos esos valores?
Lo que sí desprende esta obra es vida a raudales. Y aunque se escribiera hace siglos, Lope sigue dando en el clavo –el hombre siempre es el mismo-: la vida es para los valientes, y si dejas pasar el tren, por los motivos que sean, eso te hará profundamente infeliz. Catorce actores de la tercera promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico componen el elenco de esta cortesía española. No hay uno que defraude. Pero tengo que hacer una mención obligada al dúo quijotesco de Francesco Carril (don Juan de Silva) y su sirviente Zorrilla, Álvaro de Juan –me encantó la obra al completo, sin duda, pero mi corazón daba saltos cuando salían vuestras escenas–. Genial versión también de Laila Ripoll y amenísima la puesta en escena de Mestres.
Así, nos hacéis amar a los clásicos.
★★★★☆
Matadero Madrid. Naves del Español
Paseo de la Chopera, 14
Legazpi
OBRA FINALIZADA