La comboniana Alicia Vacas, premio a Mujeres Valientes en Estados Unidos
La embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede presentó la candidatura de la coordinadora regional de las combonianas en Oriente Medio para dar visibilidad a «la misión de la Iglesia en lugares de conflicto, entre culturas y pueblos distintos»
La española Alicia Vacas, coordinadora regional de las religiosas combonianas en Oriente Medio, fue una de las 15 mujeres que el lunes pasado recibió el Premio Internacional a Mujeres Valientes que otorga el Gobierno de Estados Unidos. Compartió escenario virtual con la líder opositora bielorrusa Maria Kalesnikava y activistas de Myanmar, Camerún, China, Irán y Nepal, entre otros países. También se premió, de forma póstuma, a siete mujeres afganas asesinadas en 2020 mientras trabajaban a favor de sus comunidades.
En el acto participó la primera dama estadounidense, la doctora Jill Biden. «Lo mejor de la diplomacia», subrayó, «es este reconocimiento de que la libertad para las mujeres en Afganistán fortalece a las comunidades en todo el mundo; de que la educación en Myanmar crea oportunidades en otros lugares lejanos; de que unas elecciones en Bielorrusia también impulsan nuestra democracia». Por eso, «vuestra lucha es nuestra lucha».
Vacas explica a Alfa y Omega que ha aceptado este premio, que «tiene una carga política importante», por la oportunidad que supone «de dar visibilidad a esta labor y al trabajo de tantas mujeres» que llevan adelante la labor de la Iglesia de forma humilde. Especialmente «un aspecto bonito y desconocido de la misión de la Iglesia» como es su trabajo «en Oriente Medio, en lugares de conflicto, entre culturas y pueblos distintos».
Un altavoz para los más vulnerables
Espera asimismo que este reconocimiento «abra los ojos sobre algunas situaciones que pasan desapercibidas» y permita «crear espacios de colaboración». De hecho, el Premio Internacional a Mujeres Valientes no tiene dotación económica, pero sí ofrece a las ganadoras (este año a distancia) un curso de liderazgo internacional en el que se promueve el contacto con distintos tipos de organizaciones estadounidenses.
Vacas está deseando aprovechar esta oportunidad para hablar de cómo en Tierra Santa, como en todas partes, la pandemia ha afectado con mayor dureza a los grupos más vulnerables, que son los que trabaja su congregación. Por ejemplo las mujeres refugiadas. «La mayor parte han perdido su empleo, que suele ser limpiando casas y cobrando en negro porque no tienen permiso de trabajo». Muchas han sido desahuciadas o han estado a punto de perder su hogar.
Durante el último año, tampoco han podido vender en mercadillos, como suelen, las pequeñas obras de artesanía que hacen en un taller financiado por Manos Unidas y con las que complementan sus ingresos. Han salido adelante gracias a bonos de emergencia concedidos por la ONGD católica española, «pero están sometidas a mucha presión». Y, como algunas han sido víctimas de trata y explotación sexual, sus antiguos traficantes «las están llamando y ofreciéndoles volver a la calle, que es donde las quieren».
Los beduinos, al paro
Otro grupo que no lo está teniendo nada fácil son los beduinos palestinos. «Como viven muy aislados en el desierto están bastante protegidos», explica la misionera. Pero muchos han perdido sus ingresos. Antes, esta comunidad se dedicaba al pastoreo de sus propios animales. Pero por culpa de la ocupación israelí «ya no pueden. Las colonias se construyen donde hay agua», los mismos sitios donde ellos se establecían, «y les han prohibido trashumar».
Mantienen pequeños rebaños porque es su estilo de vida, pero no les sirven para mantenerse. «Así que trabajan como jornaleros, en los invernaderos del valle de Jericó o en Betania. Y esos trabajos son otros de los que primero han caído». Por no hablar, añade, de que «desde que se suspendió el transporte público hace un año, muchísimos niños están sin ir al colegio».
«¿No hay nadie más?»
Las candidaturas al Premio Internacional a Mujeres Valientes las presentan las embajadas estadounidenses en todo el mundo. En el caso de Vacas, fue la representación diplomática ante la Santa Sede. «Intentan colocar a alguna religiosa para dar visibilidad y que se reconozca nuestra labor. Pero cuando me llamaron a mí para decírmelo les pregunté si no tenían a otras entre las que elegir, con vidas mucho más emocionantes, más entregadas y generosas que la mía».
Habían pensado en ella, le explicaron, por la colaboración que habían tenido a raíz de la pandemia. Al inicio de esta, hace un año, la comboniana se desplazó hasta Bérgamo, epicentro de la primera ola en Italia, para ayudar a sus hermanas de congregación. Mientras hacía cuarentena en Roma al terminar esta labor, colaboró en una campaña de la Unión Internacional de Superioras Generales para recaudar fondos a favor de las congregaciones más afectadas por el coronavirus.
A raíz de eso conoció a la entonces embajadora estadounidense, que luego contó con ella algunas veces para que participara en simposios sobre temas como las religiosas en lugares de frontera o el diálogo interreligioso. Así que cuando prepararon su candidatura ella seguía sin estar convencida. «Pero pensé: “Deja que la presenten. Si total, con la cantidad de embajadas que hay en todo el mundo…”».