Acaba de cumplir 40 años uno de los programas más icónicos de la historia de la televisión en España. La bola de cristal, dirigida por Lolo Rico, marcó a toda una generación, en tiempos en los que todavía tenía sentido hablar de programación y ejercitábamos el valor de la espera. La emisión era semanal, los sábados por la mañana, y pudimos disfrutar de esta gamberrada de culto entre 1984 y 1988. Sería un error idealizar los 80 y aquella movida arengada por Tierno Galván del que «el que no se haya colocado, que se coloque». Pero sería igualmente injusto no rescatar en su justa medida aquellas manifestaciones artísticas que respondían con creatividad y calidad al cambio y a los anhelos de libertad. En ese sentido, La bola de cristal sigue siendo un referente y debería ser visto por todos aquellos que vayan a dedicarse al mundo del audiovisual, por aquellos que quieran hacer un revival de sus años locos o simplemente por aquellos que quieran comprobar cómo alguna televisión pasada sí que fue mejor. Presentada por una jovencísima Alaska y por Javier Gurruchaga e Isabel Bauzá, los que tengan unos añitos van a volver a pasárselo en grande, buscando rostros conocidos en un programa aparentemente concebido para niños pero que fascinó en su momento también a jóvenes y adultos. Iba de moderno y, aunque habría que precisar qué entendemos por tal adjetivo, lo cierto es que su irreverencia inteligente provocó algo tan clásico como que el Gobierno, entonces del PSOE, se cansara de tanta libertad.
La 2 anda soltando ahora programas con cuentagotas y pueden disfrutarlos a la carta en un estupendo especial que han abierto en la web de RTVE Play (www.rtve.es/play/videos/la-bola-de-cristal). Estoy seguro de que les entrará un inevitable ataque de nostalgia, que tararearán la sintonía, que rimarán a tiempo y a destiempo y que, a buen seguro, cantarán aquello de «no te rías, no te rías, de la bruja Avería».