El periódico italiano Corriere della Sera ha publicado una interesante entrevista al Papa. Al final de la misma, Francisco cita un texto olvidado. Por su relevancia, el periódico lo ha desempolvado. Se trata de un discurso pronunciado en diciembre de 2001 por el entonces arzobispo de Milán. Con el título Terrorismo, revancha, legítima defensa, guerra y paz, el cardenal Martini reflexionaba sobre los atentados del 11S y el estallido de la guerra en Afganistán. Tres cuestiones, escribía Martini en 2001, interrogaban entonces a la ciudadanía: ¿cuál es la razón y la hondura del resentimiento profesado por los terroristas?, ¿cuál es la utilidad de las intervenciones militares posteriores?, ¿respetan las acciones emprendidas los límites de la legítima defensa? Martini reconocía que, a lo largo de la historia, se buscaba y se seguía buscando en la Iglesia la respuesta a esas preguntas. «No corresponde a la Iglesia pronunciar el último juicio práctico sobre acciones de las que solo pocos conocen las modalidades últimas y precisas», respondía. El cardenal no escurría el bulto, todo lo contrario. Su primera respuesta apuntaba a los controles propios de los Estados democráticos y a las autoridades competentes. Pero la respuesta determinante apuntaba a Jesús. Martini partía de las preguntas planteadas a Jesús en Lc 13, 1-5 para centrar la cuestión no en la condena moral o teológica, sino en la pregunta por la connivencia con la injusticia.
Consciente de que las respuestas de Jesús pueden sonar en un primer momento «una generalización de un problema que corre el peligro de confundir agravios y razones, verdugos y víctimas», Martini indicaba tres certezas a partir del Evangelio: es posible corregir el rumbo de la realidad para superar la destrucción recíproca; contamos con la gracia de Dios y con la razonabilidad humana, y como cristianos podemos aportar al mundo en el que vivimos la superabundancia de la gracia. Esperamos que la política y la economía den sus frutos, pero, como apuntaba Martini, deberíamos empeñarnos en gestar nuevos espacios en el ámbito de la moralidad. Merece la pena, como indica el Papa, rebuscar en las palabras del difunto cardenal criterios de juicio.