La Academia Pontificia de las Ciencias advierte de la «amenaza» de guerra nuclear

La Academia Pontificia de las Ciencias advierte de la «grave amenaza» de guerra nuclear

La institución vaticana alerta también de que también las armas convencionales son «más destructivas» y pide a los científicos que desarrollen «métodos prácticos de control»

Redacción
Amenaza guerra nuclear
Misil ruso Iskander, que puede albergar cabezas nucleares. Foto: EFE / EPA / Sergei Chirikov.

La agresión contra Ucrania por parte de Rusia es una «grave amenaza» para la humanidad por el riesgo que supone de llegar a una guerra nuclear. Así lo advirtió el viernes la Academia Pontificia de las Ciencias en un comunicado. Por ello, lanzan un llamamiento para que los científicos «detengan la perversión de sus logros» y exploren «modos de evitar la guerra y de desarrollar métodos prácticos de control de armas, especialmente de las nucleares».

La posibilidad de que la guerra se convierta en un enfrentamiento nuclear no se debe solo al «uso potencial de las llamadas armas nucleares tácticas en el campo de batalla» en Ucrania. Ni siquiera al «uso de potentes armas nucleares y otras armas internacionalmente, más allá de Ucrania», si el conflicto sigue escalando. Estas son solo dos de las amenazas.

Existe asimismo el peligro de la «destrucción intencionada o no de centrales nucleares», con las consecuencias que ello tendría para la población. O de que se produzcan «fugas no controladas» de residuos nucleares que «se pueden usar para las llamadas bombas sucias».

Además, mantener los arsenales nucleares en alerta máxima «incrementa potencialmente la probabilidad» de que alguna de estas armas «sea lanzada accidentalmente o como resultado de una manipulación cibernética». Por último, ha aumentado el riesgo de que «muchos otros países y grupos terroristas adquieran armas nucleares o desarrollen la capacidad de producirlas».

Armas químicas y biológicas

Pero incluso «las guerras no nucleares», ya «horribles» de por sí, «se han vuelto también más destructivas». El texto alude al mayor potencial de destrucción de las armas químicas, biológicas e incluso convencionales debido a la «acumulación de nuevo conocimiento, incluyendo la robótica y la inteligencia artificial». También aluden al avance en «misiles hipersónicos» que «están diseñados para evadir los sistemas de defensa existentes».

Un «nuevo escenario» que implica «una grave pérdida de humanidad y libertad, así como una mayor vulnerabilidad». No solo de los individuos, especialmente los no beligerantes» como niños, mujeres, ancianos y enfermos, sino de «la humanidad en su conjunto» y del planeta. En cambio, «la sabiduría humana sigue siendo limitada en comparación, en un dramático contraste con el crecimiento aparentemente inexorable del poder de destrucción».

No se puede justificar el uso de «poderes destructivos que infligen la muerte en todas partes para “civilizar” y “moralizar” o simplemente ocupar», afirma la declaración. También recuerda que en el germen que puede llevar al conflicto, ya sea convencional o nuclear, están «las graves desigualdades entre las naciones y dentro de ellas, las miopes ambiciones nacionales o partidistas y el ansia de poder».

La guerra no es inevitable

La Academia Pontificia de las Ciencias pide que «la investigación y la ciencia sobre la superación y la prevención de las guerras, así como la ciencia de la promoción de la paz –no solo la ausencia de guerras–» sean un objetivo «de todas las disciplinas científicas». Pero su llamamiento no se dirige solo a los científicos.

En primer lugar, pide a los líderes nacionales que «tomen la iniciativa de poner fin inmediatamente a la guerra en Ucrania e inicien una resolución pacífica», mirando más allá de «las estrechas preocupaciones por el beneficio nacional». Además, los líderes religiosos deben seguir «proclamando con fuerza y persistencia las graves cuestiones humanas que están en juego».

Por último, apela a todos los hombres y mujeres del mundo para que planten cara a la «la creencia de que las guerras son inevitables». «Es la humanidad en su conjunto la que debe actuar por su supervivencia» promoviendo el diálogo, el derecho internacional, la negociación y todos los demás medios pacíficos.