Keylor, todo un campeón - Alfa y Omega

Keylor, todo un campeón

Pedro J. Rabadán
Foto: Twitter Alberto Pinero

De repente, entre las celebración desatada por el título de Liga, apareció él. Acostumbrados a los cánticos, a las botellas de champán, a los besos a la Cibeles, a los gritos ininteligibles de euforia, la calva brillante e inesperada del guardameta captó todos los focos. Keylor Navas atravesó la zona mixta del estadio de la Rosaleda –donde aguardan los periodistas para recabar las impresiones de los jugadores– con la sonrisa del campeón en la cara y con la cabeza afeitada. Fue verle aparecer y la deducción obvia era que sus compañeros habían empuñado la maquinilla y la cuchilla para cumplir algún tipo de promesa. Y efectivamente fue así, solo que el compromiso del portero guarda un mensaje emocionante. Con la mayor naturalidad del mundo declaró:

«Fue un momento donde estaba orando en mi casa pidiendo a Dios paz y tranquilidad, estaba pasando un momento complicado, y le comenté al Señor que si podíamos lograr un título yo quería dedicárselo a todos los niños que están en los hospitales, los que realmente están pasándolo mal, luchando por su vida, y por todas sus familias. No quería dedicarlo solo de palabra sino con hechos y aquí estoy, sin pelo, como ellos, apoyándolos siempre y muy feliz de que todos podamos disfrutar. Y a sus familias, que no pierdan la fe nunca, que cuando uno está pasando momentos complicados Dios siempre ayuda a salir adelante».

Olé. Eso sí que es un campeón. El costarricense nunca ha escondido su fe evangélica. En los peores momentos de esta temporada, muy cuestionado durante muchos partidos y con rumores que apuntan al fichaje de un sustituto, el Real Madrid le ofreció un psicólogo. Él lo rechazó, se aferró a su oración diaria con Jesucristo, a la lectura de la Biblia antes de cada entrenamiento. Ejercitaba alma y cuerpo. En los momentos malos, se sostiene en Él. En los buenos, le vemos siempre levantando las manos al cielo para agradecerle sus éxitos. Su frase es: «Dios llenó los vacíos de mi corazón». Ahora, rebosante de felicidad, demuestra que ese corazón suyo es muy grande y generoso.