Juan María Laboa: «El tema clave es la soledad de los curas» - Alfa y Omega

Juan María Laboa: «El tema clave es la soledad de los curas»

Este sacerdote, teólogo e historiador publica la primera Historia de la diócesis de Madrid. Desde su casa, atestada de libros, analiza la Iglesia que tan bien conoce

Begoña Aragoneses
Juan María Laboa, sentado ante su casa de Madrid tras la entrevista
Juan María Laboa, sentado ante su casa de Madrid tras la entrevista. Foto: Begoña Aragoneses.

¿Qué define la historia de la Iglesia que camina en Madrid?
La acogida de personas que vinieron a trabajar y de sacerdotes.

¿Por qué afirma que la historia de una diócesis es la historia de sus obispos?
Porque es la historia de lo que durante un episcopado se hace.

¿Cuál es esa historia que ha perfilado cada uno?
De los primeros, Sancha y Barreda fueron grandes obispos. Con Eijo, lo más interesante fue la reconstrucción de la diócesis después de la Guerra Civil. Después, los dos obispos que construyen la diócesis como una diócesis moderna, que atiende los problemas reales, son Morcillo y Tarancón, que dejan un impacto fuerte. La presidencia de Tarancón de la CEE fue clave en la Transición. Suquía terminó la catedral de la Almudena y Rouco es el obispo del Sínodo de Madrid, que fue interesante. Osoro, por carácter, dio un vuelco hacia una Iglesia más de Francisco, más acogedora, y consiguió introducir y acoger a los religiosos en la vida de la diócesis.

¿Cómo será la Iglesia con José Cobo?
Cobo tiene la ventaja de haber sido sacerdote de Madrid de toda la vida. Tiene toda la mirada de un hombre del Concilio, con una sensibilidad por los cambios. Además, está completamente identificado con Francisco en esta idea de una Iglesia abierta; abierta a todos, creyentes y no creyentes, que no va contra la ortodoxia pero que tiene una actitud de acoger. Una Iglesia mucho más humana y cariñosa.

El Concilio Vaticano II trató en profundidad la cuestión de los laicos. ¿Cuál es su papel?
Todo. Y aquí el sentido común es importante. En España no tenemos curas. Aunque en Madrid esto no vale, porque hay una invasión de sacerdotes; pero fuera tenemos que buscar gente que tenga un sentido religioso profundo y que quiera ayudar. De alguna manera la sinodalidad va por ahí.

Al primer obispo de Madrid, Narciso Martínez Izquierdo (1885-1886), lo asesinó a tiros otro sacerdote…
Sí… Narciso venía con pocas ganas, tenía una idea pésima de la diócesis y sobre todo de sus sacerdotes. Madrid era el lugar donde se ocultaban los de mala fama o que habían hecho alguna cosa; aquí pasaban más desapercibidos. También venían muchos por motivos económicos, porque en sus diócesis no tenían mucho que hacer. Y otros con estudios que no encontraban sitio donde desarrollarlos. Ya en los años 60 y 70 estaba aquí de lo mejorcito, intelectualmente hablando, de España. Estos últimos años han llegado de África y América, que mandan dinero a sus países. Entre ellos, de Venezuela, y si algo necesitan allí es que estén los curas en estos momentos difíciles.

La catequesis es una preocupación constante. ¿Cómo se materializa?
Muy pronto, desde el primer obispo, desde el primer clero, se plantea la urgencia de una catequesis adecuada para los niños. Ya en tiempo de Tarancón fue espectacular; se dieron cuenta de que hacía falta catequesis para mayores. Y ahora es un drama total, en el sentido de que jóvenes, buenas personas, llegan a los 18 años sin saber nada de la Iglesia, aunque no son anticlericales, que es una novedad con respecto a sus predecesores.

¿Qué nos puede decir del clero de Madrid?
Es un elemento clave en la organización eclesial. Es un clero de aluvión; en su época eran casi todos de clase obrera o campesinos —el diocesano— frente a los de órdenes religiosas, que eran de clase alta. Y ambos casi no se relacionaban. Hasta que no hubo un seminario no pudo haber un mínimo sentido de cuerpo. El tema importante es la soledad del cura, un problema que llega hasta nuestros días. En la sierra pobre de Madrid hubo una experiencia pionera de reuniones, ejercicios espirituales, amistad entre curas recién ordenados, jovencísimos, solos, sin apoyo, en casas de mala muerte… La dificultad de los sacerdotes en Madrid para tener encuentros es muy sentida todavía hoy. Y con los grupos [movimientos] ha habido más dificultades, porque en el seminario, en lugar de ser un lugar de espíritu común, se formaban cada uno con su grupo. Y sigue pasando; es una de las causas claras de la división en la diócesis, aunque hay otros muchos aspectos. No se pueden aceptar grupos que quieren tener su padre y su madre; no, tu padre y tu madre son la diócesis y el obispo. Ahora la parroquia ha quedado como distribuidora de sacramentos y como la Iglesia está muy débil, no queremos cortar, porque «entonces nos quedamos sin nada».

¿Por qué una historia de la diócesis?
La historia es lo único que nos puede centrar a muchos creyentes entre tanta confusión.

Historia de la diócesis de Madrid
Autor:

Juan María Laboa, Luis Gutiérrez

Editorial:

PPC

Año de publicación:

2023

Páginas:

375

Precio:

20 €

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