José Antonio Álvarez en la campaña de Manos Unidas: «Rememos hacia los hambrientos de pan y sentido»
En la Eucaristía de este domingo, el obispo auxiliar de Madrid ha invitado a los fieles a implicarse activamente y ha agradecido a misioneros y voluntarios que trabajan incansablemente en favor de los más desfavorecidos
El obispo auxiliar de Madrid José Antonio Álvarez ha presidido este domingo en la parroquia de San Bruno la Misa de lanzamiento de la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas. En su homilía, ha destacado la importancia de la solidaridad y el compromiso cristiano con los más necesitados, inspirándose en el lema de este año: Compartir es nuestra mayor riqueza.
Álvarez ha recordado la figura del apóstol Pedro, quien, tras una noche de pesca infructuosa, recibió el llamado de Jesús a confiar y remar mar adentro. «Quizá en ocasiones nos podemos sentir un tanto desconcertados como el apóstol Pedro después de estar toda la noche pescando, sentimos el sufrimiento personal y de muchos hermanos nuestros que viven situaciones de injusticia y de exclusión en tantos lugares del mundo», ha afirmado. El obispo auxiliar ha enfatizado la necesidad de mantener en el corazón a quienes, aunque lejanos geográficamente, forman parte de la gran familia humana y «en nuestro corazón han de estar siempre muy cerca. Hoy nuestros ojos se dirigen a quienes, en cualquier parte de esta casa común que habitamos, claman por una vida más digna y por una prosperidad que solos no pueden alcanzar».
«En el fondo, el problema es que nos cuesta pronunciar las palabras confiadas de Pedro: “Maestro, por tu palabra echaré las redes”». En esta línea, ha exhortado a los fieles a implicarse activamente en la causa de Manos Unidas: «Hoy se nos invita precisamente a remar mar adentro, donde nos esperan los hambrientos de pan y sentido, los niños y los jóvenes que nunca han ido a la escuela, que no han tenido maestros que abran sus mentes a la verdad para hacerse preguntas y encontrar respuestas, los hombres y las mujeres que trabajan sin descanso, literalmente sin descanso, con jornadas interminables y que ven que los frutos de su esfuerzo son insuficientes para tener una morada digna, construir una familia o poder soñar con un mañana mejor. Nos esperan también los migrantes que, en la desesperación, dejan su hogar en busca de una vida mejor y solamente unos pocos alcanzan la tierra prometida de nuestro primer mundo que no siempre los acoge ni los valora, ni les da una oportunidad ni los acompaña como hermanos, hijos de un mismo Dios y de un mismo Padre».
Álvarez ha concluido su homilía con un mensaje de esperanza, destacando el testimonio de tantos misioneros y voluntarios que trabajan incansablemente en favor de los más desfavorecidos. «Podemos unir nuestras manos a las suyas. Con Manos Unidas, adentrémonos hacia la luz que brilla en el horizonte de los mares del mundo».
Citando al Papa Francisco, ha advertido que «mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima o haga una sola persona descartada, no habrá una verdadera fraternidad universal». Finalmente, ha animado a los presentes a emprender este camino con confianza y alegría: «La barca está preparada, los remos están dispuestos, solo hacen falta brazos, manos y corazones que transidos por el cariño del Dios compasivo y misericordioso se dispongan a iniciar esta travesía. Por tu palabra Señor, ayúdanos también a echar de nuevo las redes».