John Pontifex: «La libertad religiosa es un derecho huérfano»
El británico responsable del informe ¿Perseguidos y olvidados?, de ACN, explica que encontrar a los protagonistas «implica asumir riesgos»
Es el principal autor del informe ¿Perseguidos y olvidados? ¿Qué investigaciones suele realizar?
Cada año, Ayuda a la Iglesia Necesitada realiza una gran investigación. En esta, abordamos la persecución al cristianismo en el mundo. Hemos elegido 18 países. Nunca superamos los 25 para poder estudiarlos con detalle. El otro informe que alternamos en ciclos de dos años es sobre libertad religiosa en el mundo y en él abordamos los 196 países del planeta. Analizamos el caso de las religiones en todas sus formas, también del zoroastrismo, el islam o el hinduismo. Lo miramos con una mirada exhaustiva.
También hacemos informes sobre cuestiones clave. Por ejemplo, las niñas que sufren la ablación, conversiones forzosas o matrimonios sin consentimiento. Y redactamos documentos sobre personas concretas. Nos gustaría hacer más así porque hay cristianos víctimas de secuestro, explotación infantil y extorsiones. Han sido claves para combatir el antagonismo hacia la libertad religiosa.
En sus informes aparecen testimonios muy personales. ¿Cómo llegan a esos perfiles?
Es esencial en nuestro trabajo, aparte de las estadísticas, hablar de las personas con dificultades en su día a día. La intolerancia religiosa disrumpe con crueldad su vida y viajamos para reunirnos con ellos. Implica asumir riesgos, pero sus historias merecen ser contadas. Es la forma de llegar de los periodistas y académicos a la gente de la calle. A estos perfiles los contactamos por teléfono, redes sociales o correo electrónico y mantenemos una relación para saber cómo evoluciona su caso. Un día, en el Parlamento del Reino Unido, tenía a mi lado a un sacerdote africano con una medalla en su chaqueta del Santísimo Sacramento. Me pareció muy inusual y, hablando con él, me contó que había sido secuestrado y torturado por extremistas en el noroeste de Nigeria. Estaba muy abierto a compartir su historia.
La sociedad es más sensible hacia muchas otras causas, ¿por qué no sucede con la libertad religiosa?
Ahí está la miga. Hay una preocupación creciente sobre la discapacidad, la salud mental y otros derechos. Son asuntos que hay que tratar. Sin embargo, la libertad religiosa parece que se queda atrás, es un derecho humano huérfano. Es algo que teóricamente se reconoce, pero en la práctica se ignora. El problema está en nuestra élite intelectual y los parlamentos de nuestras sociedades. Además, ha habido una reducción del número de gente que se considera religiosa. En Reino Unido, menos del 50 % de la población se identifica como cristiana. Pero al mismo tiempo, el establishment piensa que no merece la pena prestar atención al cristianismo porque todo el mundo en el planeta ya es cristiano. Otro motivo es que se ha vinculado a la religión con los abusos. Por ejemplo, la semana pasada, el arzobispo de Canterbury tuvo que dimitir por un fracaso de la Iglesia anglicana para abordarlos. Eso hace que se acuse a los cristianos de hipócritas y no se confíe en ellos. Por eso algunos medios no nos dan voz.
¿Qué objetivos tienen en Reino Unido para la RedWeek?
—El primero es pasar de las declaraciones de apoyo a conseguir ayuda para las personas que sufren el odio. Queremos recaudar fondos para los niños desplazados. Después, invitamos a la gente a firmar una carta al Ministerio de Exteriores llamando al Gobierno a priorizar a las minorías perseguidas en la Ayuda Oficial al Desarrollo (OAD) que paga el contribuyente.