Joaquín Leguina: «Que haya pocos niños crea soledad» - Alfa y Omega

Joaquín Leguina: «Que haya pocos niños crea soledad»

El director del Observatorio Demográfico del CEU aboga por «un gran cambio cultural en favor de la natalidad» para resolver el problema del envejecimiento nacional

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Para el demógrafo y político Joaquín Leguina «es preciso influir en la esfera política y empresarial». Foto: Ernesto Agudo

Desde hace años se alerta sobre el problema de la natalidad en España. ¿Qué es lo que no vemos para que no acabemos de considerarlo urgente?
No sé si no lo vemos, o no lo queremos ver. Parece que hay un movimiento pensado para ocultar este problema. Se ha creado en el Ministerio de Transición Ecológica una secretaría general que está más enfocada al reto de la España vacía, como si eso no tuviera que ver con el problema de la natalidad. De algún modo parece que estamos metiendo este problema debajo de la alfombra, para no verlo.

¿Quién debe coger la sartén por el mango? ¿La derecha? ¿La izquierda?
Etiquetar este problema como una reivindicación de derechas o de izquierdas es una estupidez. Estamos ante un problema gravísimo que nos coloca a la cola de los países europeos en cuanto a la tasa de natalidad. Desde hace años, el número de nacimientos es menor que el número de fallecimientos en España. Hay más muertos que partos, es tremendo. No podemos dejarnos llevar por prejuicios políticos. Este problema no se puede ideologizar, aunque haya un feminismo radical que se posicione en contra de la natalidad. Defender la natalidad no es ir en contra de las mujeres. ¡La biología existe, señoras!

Es más bien al contrario: a las mujeres les gustaría tener más hijos de los que tienen.
Eso es lo que dicen todas las encuestas del INE. El número de hijos que desean tener las mujeres en España es más del doble de los que luego tienen. Lo que necesitamos es una política para que las mujeres puedan cumplir ese deseo. Y eso no se resuelve simplemente dando dinero, como hizo José Luis Rodríguez Zapatero.

En sus orígenes

Después de toda una vida dedicada a la política, en la que fue diputado y presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina (Villaescusa, 1941) vuelve a sus orígenes como demógrafo e investigador. Desde el Observatorio Demográfico del CEU quiere proponer «cambios sociales y legales» para levantar la natalidad en España.

La pandemia ha dado un buen zarpazo a las cifras de natalidad. ¿Remontaremos?
Nadie tiene una bola de cristal con la que poder ver lo que va a pasar, pero es algo que deseo. La pandemia ha creado mucho miedo en la gente, y es precisamente el miedo el mayor enemigo de la natalidad. Espero que podamos volver al menos a los niveles poblacionales de antes, y, a partir de ahí, seguir subiendo.

Para eso van a hacer falta mucha imaginación y creatividad a la hora de implementar medidas. ¿Las tenemos? O al menos, ¿estamos mirando a otros países para copiar lo que hacen?
El país que más lejos ha ido a la hora de plantarle cara al problema de la baja natalidad es Francia, y también los países nórdicos, aunque últimamente también están en picado. Después de la Segunda Guerra Mundial, Francia instauró una política muy decidida y eficaz, con muchas ayudas de todo tipo. Hasta hay enfermeras que van a tu casa a hacer un seguimiento de la familia cuando nace un hijo. Por cierto, que uno de los que más impulsó este tipo de medidas fue el secretario general del Partido Comunista francés. Ellos tienen claro desde hace mucho tiempo que la lucha por la batalla demográfica es transversal y no es una cuestión ideológica.

¿En qué se dejan notar ya las consecuencias de la baja natalidad?
Desde los años 70 del siglo pasado, la bajada en el número de nacimientos se ha acelerado y ahora está cayendo en picado. Este fenómeno tiene repercusiones en el futuro que hoy ya podemos percibir. La universidad, por ejemplo, se está quedando sin alumnos; eso significa que no estamos formando el número suficiente de jóvenes que puedan sacar adelante el país.

Las repercusiones en el sistema de pensiones son tremendas también: con la pirámide poblacional al revés, los cotizantes son cada vez menos, y los pensionistas son cada vez más. Eso no se resuelve simplemente alargando la vida laboral de la gente.

Y a nivel cultural, no es lo mismo una sociedad con niños que sin niños.
Una sociedad tan envejecida como la que estamos creando, y que en los próximos años lo será todavía más, crea unas bolsas de soledad impresionantes. Que haya pocos niños está condenando ya a muchos a una soledad no deseada.

¿Quiénes son los principales perjudicados?
Creo que todos, en general, pero las mujeres son las más castigadas. No tener una cultura especialmente sensible hacia la natalidad hace que sus carreras profesionales se resientan, o directamente se acorten. Y la poca cultura de conciliación que tenemos hace que la carga de los cuidados recaiga en mayor medida sobre ellas. Hay que facilitar políticas de igualdad de verdad.

A las mujeres les gustaría tener más hijos de los que tienen. Foto: AdobeStock

¿Qué se puede hacer en este sentido?
Las ayudas económicas directas siempre vienen bien, pero son insuficientes e inevitablemente se terminan en algún momento. Hace falta un gran cambio cultural. Y hay que ayudar no solo en lo económico, sino también en lo profesional, para que las mujeres no sean discriminadas en su trabajo solo por tener hijos. Pero también hay que estudiar cómo ayudar a las empresas, porque para un empresario una mujer embarazada no puede suponer una carga. A las empresas hay que ayudarlas y educarlas también de alguna manera. Al final, eso significa poner euros sobre la mesa.

En muchas ocasiones se menciona la inmigración como la única salida. ¿Es solución o parche?
Parche, más bien. Los modelos estadísticos que tenemos muestran que es un recurso poco eficaz. Además, el problema es la integración cultural. Se debería potenciar la inmigración de países latinoamericanos, con los que tenemos más sintonía cultural y religiosa.

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